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i'r1.clios amigos que llevaba, que se le habían juntado de
Atuncollao y de aquellos pueblos que iba pacificando,
porque no tuviesen lugar ele hacer algún engaño. Pues
en comenzandn a pasar, echánclo e al agua, los indios se
pu ieron de la otra parte a la orilla para defenclelle que
no toma en tierra, y cargaron tanto flecheros y hondero
que los que remaban, por arrodelarse de las mucha pie–
dras y flecha que llovían obre ello , dejaron de r mar,
y
la furia del agua llevó la bal as el río abajo, con tanta
prie a que lo españole no e podían gobernar.
HernaudÓ Pizarro hacía todo lo que podía por que
los indios rema en para que llega en a tierra, má ran
tantos lo flechazos y pedrada que no se podían valer,
y
fuera ele toda orden iban por ·el agua abajo. Lo e -
pañoles que quedaron a caballo de e ta otra parte, vien–
do a Hernando Pizarro en tanto peligro y la priesa que
le daban, echáron e al agua alguno dellos pen ando po–
der ocorrelle,
y
con el pe o de la arma no pudieron
nadar los caballo , y ahogáron e ocho caballos con sus
amos
y
nunca má pare cieron; como e to vieron
lo~
in–
dios, favoresciéron e en tanta manera que daban tanta
priesa a lo demás que ca i aho()'aclos tomaron a tierra¡
Hernanclo Pizarro alió con todo los que metió con igo,
aunque lo má venían herido de pedradas
y
flechazo .
Lo enemigo quedaron con e ta victoria con tanta so–
berbia que llamaban a grande voce a Hernando Piza..
rro diciéndole que por qué no pa aba,
t'l
cual e tanclo
tan de eoso de la venganza de lo e pañoles muertos,
mandó luego esa tarde traer má palos de aquella made–
ra liviana que allí había mandado traer el Guainacaba,
como dicho tengo, y trajéronselos por la mañana e hizo
hacer do. bal as grande , y meterla en la laguna que
e taba allí junto la boca della por donde desagua, porque