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ellos tan animosamente, que, no pudiendo resistirle, vol–
vieron las e paldas huyéndole, y siguió el alcance: ad'ün- .
de se desmandó un español, y por ser la tierra doblada
le perdieron de vista, y cansándole el caballo le toma–
ron lo indio a mano y e le llevaron. Vuelto Gonzalo
Pizarro echaron menos al cristiano, y Hernando Pizarro
mandó al capitán Diego de
Roj~
que con otros treinta
de caballo fuese a saber dél y siguie e los indios por–
que no se r ehiciesen. El cual los bailó, parte dellos, pa–
sado el desaguadero de la laguna de Titicaca, que es una
laguna grande que boja sesenta leguas, entran en ella
muy grandes ríos y de agua por uno sólo, y en los que no
habían pasado dió soqre ellos y desbaratólos, y de los que
se prendieron e supo como el cri tiano habían tomado a
manos y le habían sacrificado en un adoratorio que te–
nían en pasando el de aguadero.
En este desaguadero tenían una puente de balsas de
enea, que es como juncia, sobre sus amarres, y temiéndo–
se que los viniesen a buscar lo cri tiano la deshicieron.
El apitán, viendo no ser parte para ofendellos, se estu–
vo allí. Hernando _Pizarro venía llamando toda la
tierr~
de paz, favorescienclo mucho a los que venían, y por el
contrario castigando a los que eran rebeldes; y llegado
al desaguade;ro mandó hacer balsas, y aca o halló allí
una madera liviana ·que es apropiada para aquello, la
cual, Guainacaba, antecesor de lo Ingas, la había- hecho
traer allí en hombros de indios de más de trescienta le–
gua ·, para hacer las bal as en que él entraba .a se holgar
en aquella laguna en sus fiestas, y de aquella madera se
hiz.o una grande en que se metió Hernando Pizarro con
ha ta quince o veinte hombres, y en las otras de enea se
r epartieron ha ta otros tantos,
y
mandó que toda la gen–
te demás quedase a caballo, porque se temía de cinco mil