LAONICE
PTOLOMEO
LAONICE
PTOLOMEO
LAONICE
PTOLOMEO
CLEOPATRA
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entre el perder tu deidad
por gusto o
1
por obediencia ?
¡Ay de mí! Que, aunque
tu
amor
consolara así mi queja,
·qué importa que, al aspirar
las luces de tu belleza,
si el otro se lleva el ffstro
me quedó a mí la influencia?
Y aun así, es mayor el ansia ,
pues es
l~
mayor miseria
el que ni aun la misma dicha
hacerme felice pueda ,
que con la gloria me abata,
y con la luz me obscurezca. ·
¡Que así esa cruel , violente !...
No te despeches; espera,
gue la suerte de los casos
puede mucho, y mucho enmienda.
¿Serás firme?
Seré escollo.
¿Te opondrás?
Aunque me pierda.
Y a mí, armado de tu numen,
no habrá horror que me detenga.
(Sale Cleopatra)
En fin , gracias al cielo
que, al comenzar a herir
un enemigo menos,
tienen ya mis crueldades contra sí.
La muerte de Seleuco,
principio es de otro lid ;
y su sombra a otras sombras
les irá el negro hospicio a p reven ir.
A la de un triste padre
funesta embajatr iz,
irá de Rodoguna
y de su hermano a ant icipar el fi n .
¡Oh tú, ministro pronto
que noblemente v il
de un trono harás sepulcro,
de un himeneo víctima infe liz!
Líquido, in fame rayo,
·eneno horrible ; en fi n ,
no hagas menos que el hierro,
pues todo mi furor fío de
ti.
Virtud, ¿qué me persuades?
Amor , ¿qué hallas en mí
si en a sangre que mueves
no t i nes ya p iedad con que influir?
Copia de un padre infiel
que, aun más ingrato vi ,
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(Vase)
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