ANTÍOCO
T1M / GENES
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CLEOPATRÁ
TIMÁGENES
CLEOPATRA
TIM / GENES
CLEOPATRA
ANTÍOCO
TIMÁGENES
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donde en un césped
de
grama
reclinado, juzgué que
su pérdida lamentaba.
En la tierra parecía
que su espíritu buscaba,
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pensando sin pensamiento,
lánguidamente apoyada
sobre un brazo la cabeza ...
En fin , en suspeQsión tanta
acabad.
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De una profunda,
cruel herida, que le pasa
el pecho, a copiosos golpes,
saliencro la sangre, baña
el verde ,suelo.
¿Murió?
Sí, señora.
¡Oh cruel, avara
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suerte! ¡Oh fortuna terrible!
¿quién te ha transformado en Parca?
¡Ve aquí
el
fatal trance que
siempre el pecho recelaba!
¡Ve aquí el despecho en que puso
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su corazón la cruel llama
del amor! Mucho, señora,
era lo que os adoraba
para perder vuestra luz,
y no anochecerse el alma.
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Sin duda murió a sus manos
de vivir desesperada.
Señora, el Príncipe habló,
(A
Cleopatra)
y en su tragedia inhumana
sé bien que están inocentes
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5
sus manos.
Será tu infamia,
tu deslealtad insolente
en tal· caso la culpada;
y, habiéndolo asesinado,
le haces de tu fraude el habla.
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Timágenes, tolerad ·
de las maternas entrañas .
el dolor y las sospechas
de una cólera irritada.
Como este golpe fatal
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otros testigos no halla,
yo haría lo mismo que ella,
a no tener tan probada
vuestra lealtad, siendo vos
el dios de nuestra confianza.
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O
Pero ¿qué dijo? Acabad.
Grité a vista tan extraña,
tan atroz ; y de mis gritos