ANTÍOCO
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al ruido, débil desata
el pecho un agonizante
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suspiro ; y con . pena tarda ,
entreabriendo moribundo
uno de sus ·ojos, vaga
aquella
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1uz que ya incierta
su obscuridad penetraba,
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en vez allí de la mía ,
le fingió la imagen cara
de su hermana,; y lleno así
de vuestra idea, estas. raras
palabras por vos dirige
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a mi atención, que asombraba
era a sus muertos acentos
otra muerte que escuchaba.
Estas son , que manifiestan
cuanto su amor las dictaba.
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«Una mano. que a entrambos nos ha sido
bastantemente cara, así ha querido
yengar el que le hubiéserros negado
concurrir al más trágico atentado.
Reinad y, sobre todo,
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os cautelad, de modo
que guardaros podáis· (¡caso tirano!)
de la misma cruel mano».
Esta es. . . y la Parca atroz,
cortándole la palabra,
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hace que su luz se apague
y
a las elíseas estancias
vuele su espírittJ;
y
yo ·
corrí c'on turbada planta
a daros tan cruel noticia.
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Noticia bien cruel e.; infausta
que va a ,transformar en llanto
la alegría mas ufana.
¡Oh hermano, ya más amable
que cuanto la luz más gré!ta
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alumbra, . rival tan caro
como el amor que me abrasa!
Yo soy el que muero en ti ,
y tú el que en mi pecho te hallas ;
pues este vivir es sólo
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de lo que a mí te trasladas.
¡Pero mi dolor extremo
ve en tu muerte _una
des~racia
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mayor que tu misma muerte ;
que ésta hiere, aquélla infama !
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¡Oh fatal obscuridad
de tus últimas palabras,
. en ál abismo de horrores
me precipitas, tirana ,
. pues,, cuando busco esa mano
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