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sin quedalle recurso de ninguna vela, y assi se
vieron muchas vezes somergidos debaxo de la
mar, teniendo entendido que todos auian de ser
manjar de pescados, pues alli no auia esperarn;;a
de vida, porque todos yuan desmayados, lloran–
do y gimiendo, con muchos solloc;;os, que tan so–
lamente tenian esperarn;;a en Dios y en Nuestra
Señora. De manera que el viento que corría los
lleuo d' en medio de la mar a ciertas rocas donde
la nao se hizo pedac;;os, y murieron alli ciertos
hombres y mugeres y quedaron biuos quarenta
y siete personas, los quales quedaron apegados
de las peñas, bien mojados, tristes y friolentos,
hasta ·que amanescio. Ya que vino el eia .tan des–
seado para ellos, no hallaron consuelo ninguno,
sino ver la mar y el cielo, y aquellas rocas en
donde estuuieron lamentando sus desuenturas
y
peligros, que no auia qµien les di era de comer,
porque lo que auian tray do de matalotaje se les
a¡¡ia anegado
y
perdido, con toda la ropa de ves–
tir que tenian. Mas en fin, vn Juan Sanchez, hom–
bre de esperiencia en naufragios
y
vida marinera,
estando la mar sossegada, recogio los ped&c;;os de
la madera del nauio, con los cables
y
xarcias que
pudo auer que la mar hecho en las rocas. Con es–
tas cosas que pudieron auer las hizo amarrar , a
vna roca, que despues vinieron a pedir de boca
para el bien destas gentes; mas la continuacion de
estas gentes del lamentar, quebrara los corac;;ones
.aunque fueran de azero. Estando en esta fatiga
G. de Santa Clara.-x1.-5.
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