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a juntarse con e l, o que se diesse priesa a llegar pri–
mero a Quito antes que e l Visorrey llegasse a el,
para lo tomaren medio, porque se le yua r e trayen–
do por a ll a . El Maes tro el e campo, sin detenerse
s ino fue comer vn bocado, comen<;o de marchar con
doscientos hombr es de a cauallo y arcabuzeros, y
dioss e tanta priesa a caminar aquella noch e que a
ocho leguas de alli di e ron sobre ellos, que verda–
de ramente si quissie ra Carauajal concluyr la g ue–
rra lo pudi era haze r, porque el prendiera a l Viso–
rrey y le matara Ja mayor p arte de su gente; mas
no lo quisso haze r. Dixe ron d espues muchos que
Francisco de Carauajal I1_9 quiso acabar es ta g ue–
rra entonces a fin de tener
si e mpr~
que
~a_:idar
e n la tierra mi entras estas diui ssi ones turas en y
el
Visorrey e tuui esse biuo , de qui en Gonc;:a lo Pi–
<;a r ro se r ezelaua muc ho por le tener mortal ene–
miga y g r andi ssimo odio. Ciertamente er a e l Vi–
so rrey muy aborrescido y odiado
ge::era~te
de
todos los vezinos qu e eran ynteresados, como lo
fueron los r eyes Tarquinos en la ynclita cibdad de
Roma, no por e l, s ino por seruir a Su Magesta d y
por auer tray_clo Jas nueuas leyes y hordenanc;:as
L[Ue truxo, que fueron ma las para ellos, como a de–
lante diremos. Mas, en fin , el Maestro de campo
no consintio que se hizi esse mal y daño al Visorrey
ni a los suyos, an tes como sintio que las cin tin elas
estauan tan cerca y que Ja v ictori a
~estaua
en sus
mano por (1) no Ja consegu ir. mando toca r rezia–
mente las trompetas y a tambores y so ltar toda la
( 1)
Ms.yjor.