Exc elern; ia,
y
hallandome muy dichoso
y
bien
, afortunado con su buena enida, me parescio que
era bien arrimarme a tan encumbrada sombra,
procedida de tan altos
y
tan daro montes. Allen–
de de todo esto ser Vuestra Excelern;ia descen–
diente li <Yitimo de los muy encumbrados y heroy–
cos barones de la muy sublimada ca a de los ex–
celentis imo Mendoc;as
y
Lunas, vis marques de
dos estado , y señor de las villas arriba nombra–
das. Fue el don muy grande que rnerecio coronar
a
Vuestra Excelern; ia, que no faltau a otra cosa
sino tal muger cual es Vuestra Excelenc;ia hom–
bre, que es la muy ynclitay excelentissima Señora
Doña nna Mexia Manrdque, Marquesa de Mon–
tes Claros y de otros estados y Virreyna desta
Nueua España , la qual
y
Vuestra Excelen<;ia no
fuessen mas de vna misma alma y de vna voluntad
y de vna carne,
co~o
lo son; a ossadas que
homo
non separet
los que tan conformes
Deus conjun–
git.
Pue siendo los montes tan altos y tan claros,
es donde ·se crian laureles, y en su alta cumbre
palma
y
lina loeles de soberanas vjrtudes , que son
los hechos hazañosos de los claros barones sus an–
t epassados por linage y obras . De quien se entien–
de por Vuestra Excelenc;ia lo que dixo Virgilio:
Es la fama tan alta y
l j
·era que quanto mas es–
t iende sus alas tanto mas se aumenta y anda por
el suelo
y
ube al cielo hast a esconder la cabec;a
entre la e tr ella , en donde las obra de Vuestra
Excelencia on dignas de eterno nombre . No quie–
ro tratar aquí de la mater ia en que muchos pier–
den tiempo: en loar y ena r andecer el lina e de los