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pañias, que fuessen de gran confiarn;a, para em–
biallos tras de Pedro Martin de <;icilia, y los
Cara~
uajales, y los demas que se yuan huyendo. Los
dos capitanes cumplieron luego su mandado, que
ajuntados los soldados que eran tales, se vinieron
todos ante el Visorrey, el qual los dio al capitan
Don
Alon~o
de Montemayor para que dias y no–
ches caminasse con ellos a toda furia hasta alcan–
c;ar a- los wue se auian huydo, aunque fuesse alle–
gar al campo del tirano,
y
se los truxesse biuos
ante el, o las cabec;as de los mas prjncipales dellos;
y
en lo que paro este alcance adelante_lo diremos.
Desta tan ynnopinada y acelei:ada muerte del Fac–
tor, que tan· principal hombre era en la tierra,
causó muy gran escandalo y azoramiento en los
animos de los vezinos y moradores, estantes y ha–
bitantes, assi en los capitanes
j
soldados como en
todas las mugeres de la cibdad, de manera que en
toda ella se rescibio en general muy gran tristeza,
pesar y lastima. Otros dixero'n: por cierto que este
hombre no meresce el Virreynado que tiene, pues
se muestra tan cruel y soberuio para con todos
con el cargo que tiene, que ya no ay hombre que
le pueda zufrir con tanta braueza (1) y tiranía, pues
se a hecho matador de hombres. Dezian todos los
mal yntencionados y que poco sabian,
)
cada vno
dP,llos en particular, que el Visorr'ey auia hecho
muy gran crueldad en auer muerto tan desastrada–
mente (2) al Factor de Su Magestad, que auia sido
(I)
Ms.
branaza.
(i)
Ms.
desestradamente.