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diesse licencia para yrse, y al cabo la dio, y s e
fueron todos a sus casas, ecepto Dieo·o de Vrbina
y Diego Aluarez Cueto y el General Juan Velas·
quez Vela Nuñez, que les mandó quedar, a los
quales se tornó a quexar d e las cosas que se trata–
uan del,
y
de la muerte del Factor,
y
de aqui tomó
occasion el General de le hablar, y leuantandose
en pie, con el sombrero en
lrt
mano, le dixo:
Mucho quissiera, Yllmo. Señor, que v . s. me
quitara de vn trabaxo que siento en mi pecho, y
preguntara a si mismo lo que
~gora
qui ero dezir,
porque a mi me sacara de
verguen~a
y rezelo en
dezirlo,
y
a v. s . se le quitara el enojo
y
p essar que
dello podría rescebir.
~as
con todo esto, diré lo
que dello siento, no como quien reprehende , que no
es mi yntencion tal, sino como hombre que de"sea
mas su seruicio, y a qui en mas en estremo pessa;
y assi dire con aquel acatamiento que deuo lo que
muchos servidores de v. s. han dexado de dezir
con rezelo. No sé que arrebatada yra y enojo fue
aquel que no dio lug-ar a que con maduro consejo
se mirara para auer de castigar y matar al Factor,
siendo en esta tierra tan valeroso y tan emparen–
tado,_}
si~11:do
tan querido y amado de todos los
habitantes en esta
cibda~,
al qual llamauan padre
de la patria y refuo·io
los pobres. Puesto casso
que esta pena él la meresciera, como la merescia,
mejor fuera el sufrimiento que la vengarn;a de tan
acelerada muerte, porque aguardando tiempo se
hiziera mucho mejor de lo que se ha hecho, porque
en ello, segun me paresce, no s e ha ganado nada,
antes se ha perdido mucho. ¿Qual pon<;oña, o qual