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donde auia tantas contrariedades y diuersas opi–
niones y paresceres, determinó por entonces, con
maduro con ejo, 9-exar las armas y la guarda que
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traya para su
~ersona.
Y estando, en el pueblo de
Pico embió luego al Virrey
á
Geronimo de
la
Serna, su mayordomo mayor, y
á
Pedro Lopez d
Ca<;alia, su secretario,
á
dalle el beneplacito de
su venida, escriuiendo largo d.e muchas cosas que
passauan en la tierra; y assi mandó
á
los m.ensaje–
ros que fuessen doblando las jornadas y le diessen
la embajada en donde quiera que le topassen.
Pues dexadas las armas y la mucha parte de los
soldados que traya, se vino por su camino ade–
lante cori muy pocos hombres, los quales vinieron
secretamente bien armados, trayendo solamente
los arcabuzes en los arzones de las sillas, aunque •
.cargados con dos balas, y las mee has encendidas.
Ya que estaua vna jornada de la cibdad le salie–
ron
á
rescebir sus amigos,
y
en el camino le acon–
sejaron, y aun se lo requirieron por escrjpto de
parte de Su Magestad,
á
que se boluiesse
á
Ja cib–
{lad del Cuzco
y
Ja tuviesse por el Rey nuestro Se–
ñor, hasta ver en lo que parauan los desi;nos y
amenazas del Virrey. Otros di eron que era me–
jor embiasse luego
á
llamar
á
la gente que auia
despedido, y que con ella se metiesse en la cibdad,
,que ellos se ofrecían de le dar todo el fabor
y
ayu–
da que fuesse menester para que se a_poderasse
.depa y la tuuiesse debaxo de su gouierno
hast~
en
tanto que Su Magestad proueyesse otra cosa. Y
.que pues auia agora buena
C-Oj
untura, que todos
estauan alborotados con la' enida del Virrey, que