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amor de los peruleros 'que estaua·n en Lima; por–
que no se azorassen, ni menos se resab_iassen como
estotros lo haziap.
El
Visorrey les pudiera confis–
car y quitar muy bieri este thesoro, confforme a
vna ynstrucion_y cedula que traya de Su Mag·es–
tad, en que se contenia que todos aquellos · que
uviessen tra do en las minas de oro plata, yn-
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dios libres, ó los _uviessen vendido p r esclauos,
que fuessen por ello castio·adqs- y les conffiscassen
-Süs ..haZiendiSpara¡¡ Cama;:a de- Su Magesfad, ·y
estos hombres lo auian hecho, segun dixeron las
<rentes; mas en fin se les fue buelto el dinero todo.
Auiendo hecho estas cosas, con ·otras
m~chas,
se
salio de aquella poblacion y se fue a la cibdad de
Panamá con algunos pocos de sus caualleros·que
le quissieron acompañar, porque no quiso lleuar
consigo a los quatro Oydores, por ciertos respec–
tos. Entrando en la cibdad
fue
de todo el pueblo
panamense muy bien rescebido, assi de los chicos,
como de los .grándes, aunque ·tambien uvo algu–
nos de los mal yntencionados que se
s~lieron
fue–
ra
d~
la
~ibdad
por no
le
ver entrar y aquella no–
che se recitó vna om..edia eu.,su osa a, por le dar
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contento y plazer. Otro dia, por la mañana, le fue
a visitar el Obispo? Don Fray Pablo de Torres,
que era de la Horden del Señor Sancto Domingo,
y
el gouernador Pedro de Casaos, con dertos cle–
rigos y vezinos, porque la Real Audiencia que
aqui .residja se auia passado los -dias atras a los
confines de Guatimala, por mandado de Su Ma–
g·estad, con n_ueuos Oydores. Despues de _aner des
cansado hizo luego apregonar lá.s hordenarn;as
y