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DE LA REVOL ClON DE
l.
'GL.frEHHA.
5
J
(( He hecho cuanto me tocaba , dijo ; i e te parlamento no tiene feliz
término, vuestra será la ulpa ; a nada puede imputárseme. ))
Mas no se cura tan pronto una dolencia arraigada, ni se satisface
on los primeros triunfos la ambicion de un pueblo indignado. o basta–
ba seguramente la sanciou ·de los derechos; solo se babia
consumado.lareforma de principios, que venia á ser inútil sin .Jas de la prácticas,
debia empezarse por la de los consejero . Toda ia dominaba Buckingham
seguia el rey obrando los derechos de la.s aduanas sin el beneplácito
del parlamento. Jiu tractos los representantes del pueblo por la esperiencia
obre los rie gos de la lentitud y ceg·ado por la pasion acerca de una
exigencia sobrado alti a , mezclándose por último el orgullo y el odio .al
in tinto de la nece idad , resolvieron dar sin de an o lo últimos golpes.
En una semana redactaron otras dos representaciones, una contra el du–
que, otra para establecer los derechos de aduana, que como lo demá
impuesto , olo debian percibir e en virtud de una ley
(
15
y
21
de junio).
El rey llegó
á
perder la paciencia y hallándo e decidido
á
procurar e
al menos, algnn desean o, se pre entó á la Cámara de los Pares, mandú
llamará los miembros de la otra y prorogó el parlamento
(26
de junio .
D.osmeses despues murió Buckingham ase inado ;
y
en el sombrero
ue Felton u ase ·ino se encontró un escrito que re0ordaba la última re–
p1·esentacion de la cámara. No huyó el homicida ni siquiera procuró de–
fender e, solo dijo que habia con iderado al duque .como enemigo del
E
tacto, sacudió la cabeza cuanJo le hablaron de cómplices, y murió tran–
quilo, confesando sin embargo que había delinquido.
Aterró
á
Cárlo tal ase inato , al mismo tiempo que le causó indigna–
cion la alegría qne por e e acaecimiento manifestaba la muchedumbre.
errada la legi !atura , había probado
á
complacer al público reprimien–
do á los predicadores de la obediencia pa iva, mostrándo e rigorosa
hasta cierto punto contra los papista , vfctima ·adictas al bien del país
del príncipe;
p~ro
el asesinato de Buckingham , en que el pueblo veía
su sah·acion, le hizo abrazar de nuevo el partido de la tirania.•Volvió
u
fa
or á lo enemigos del parlamento : Montague que habia persegui–
do á los diputados de la cámara baja, fue promo ido al arzobi pado de
Chi hester; Manwaring, que había condenado los pares, recibió un
pingüe beneficio; el
~bi
po Laud , sobrado famoso ya por adicto al rey
á la igle ia, pa ó á la silla de Lóndres. Los actos públicos corrían en
armonía con tales mercedes ; siguieron percibiéndose con rigor los dere–
cho de aduana, y lo tribunale e cepcionale continuaron poniend