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DE LA REVOLUCIO ' DE 1
GLA1füU\A.
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erá pue á vo otros á quiene dirigiré mis palabras.» Le hizo en efeclo
un pequeño di curso que babia ya preparado, grave y sosegado ha ta
rayar en lo frío, yaplicado únicamente á oslener que el tenia razon, qu
el de precio de lo derecho del soberano era la erdadera cau a de las
desgracias del pueblo; que oste no debia tener ninguna parle en el go–
bierno y con esta sola condicion recobraría el reino la paz y la lil;rnrlad.
Mientras estaba hablando, alguno tocó el hacha por lo cual se volvió
precipitadamente diciendo : (( o la e lropeeis que me lastimaría mas.»
Acabado su discurso y viendo que iban á ol er á tocar el fatal instru–
mento : Muidado con el hacha , esclamó consternado, cuidado con el
hacha. 1> El ma or silencio reinaba : puso sobre su cabeza
u~
gorro de
seda, y dirigiéndose al ejecutor le preguntó : ((Mi cabellos, te estorban?
- uplico á '. L los coloque bajo su gorro, respondió el hombre con
respeto.» El rey los arregló ayudándole el obispo: ((¿Tendré yo, le dijo,
tomándome este cuidado, una buena causa y un io
1
mente?
Jua;on:
i señor, solo hay un paso que dar; está lleno de turbacion.
agonia, pero es breve y IJensad que ganais mucho con l; os hace pa–
ar de la tierra al cielo.
El
rey :
Yo
paso de una corona corruptible á otra incorruptible,
con la que no tendré que temer ninguna zozobra, ninguna turba ion.»
Y dirigiéndose al ejecutor : ((¿Están bien mis cabellos?» e quitó su
capa y su collar de san Jorge, dándoselo al obi po y diciéndole : ((A r–
dao
.»
Desabrochó su astido, apartó su capa, y mirando el tajo: -<(Po–
nedlo de modo que est muy seguro, dijo al ejeculor.-Ya lo está
señor.
El
rey :
Yoharé una corta oracion ycuando levanle las manos al cielo
entonces.. .
»
e recogió, dijo algunas palabras en voz baja, levantó los ojos
al cielo, se arrodilló y pu o su éabeza bajo la cuchilla; el verdugo arre–
gló aun un poco sus cabellos deuajo del gorro; el rey pensó que le iba á
herir: ((Esperad. la
~eñal,
le dijo.-Ya la espero, señor, con vuestro be–
neplácílo.1> Pasado un instante, tendió el rey las manos; el ejecutor
des~
cargó el brazo : la cabeza rodó al primer golpe : ((
1
ed. aqu! la cabeza
de Cárlos I rey de la Gran-Bretaña, dijo, enseñándola al pueblo.
n
Pro–
longado y sordo rumor se levantó alrededor de \Vhileball; mucha gente
se precipitó al pié del cadalso para mojar sus pañuelo con la angra del
rey ; dos cuerpos de caballeria se adelantaron por dos diferentes direc–
ciones, y dispersaron con lonlítud á la muchedumbre. El cadalso quedó
solitario; e llevaron el cuerpo y lo dejaron encerrado en el ataud ; Crom-