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firme pa o, ' mas apri a que la tropa, de cuya lentitud manifestaba ad–
mirar e de cuando en cuando. Uno de los oficiales de ervicio., li onjeán–
dose sin duda de aflijirle, le preguntó c(si había concurrido con el ·ya fa–
llecido duque de Buckingham á la muerte del rey u padre. n c(Amigo
mio, le respondió Cárlos con desprecio y dulzura, i otro pecado que e -
te no tuviese , tomo á Dio por testigo y te aseguro que no· le pediría
perdon. 1>
Llegarlos á Whitehall subió con desembarazo la e calera, pasó la
grande galería ,
y
entró en su alcoba, donde le dejaron solo con el obi -
po, que se preparó para darle la comunion. Algunos ministros indepen–
dientes, Nye y Goodwin entre otros, llamaron
á
la puerta diciendo que
venían
á
ofrecer sus servicios al rey : ctEl rey está rezando, respondió Ju–
xon; 1>
ellos insi tieron. c(Muy bien, dijo Cárlos, dadles en mi nombre
gracias por sus ofertas ; pero decidles francamente que de pue ·de haber
rezado tanto tiempo contra mi y sin culpa alguna, ellos no rezarán ja–
má conmigo durante mi agonia : mas pueden si quieren rogar por mi,
yo se lo agradeceré .1>
e retiraron ; el rey se arrodilló, recibió la comu–
nion de manos del obispo, y levantándose con viveza : et Mientra , dijo,
que estos picaros vienen, protesto que los perdono con todo corazon; y
estoy di puesto
á
cuanto me pueda ocurrir. n e le babia preparado la
comida pero no quiso tomar nada: ((Señor, le dijo Juxon, habeis e tado
mucho tiempo en
ayuna~;
hace frío, quizás en el cadalso, alguna debili–
dad ...-Teneis razon, dijo el rey.1> Comió un pedazo de pan y bebió un
vaso de vino. Era la una : Hacker llamó
á
la puerta; Juxon y Berbert
:Se arrodillaron : c(Levantao mi viejo amigo, dijo el rey al obi po ten–
.diéndole la mano. 1> Hacker llamó de nuevo: Cárlo hizo abrir la puerta:
(tMarchad, dijo al coronel, a os sigo.1> e adelantó
á
lo largo de la ala
siempre entre do hileras de soldados; una multitud de hombres y mu–
jeres se habian agrupado con peligro de su vida, inmóviles detrá de la
guardia, y rogando por el rey
á
medida que pa aba; lo soldarlos igual–
mente silencio os no les inquietaban. Al estremo de la sala una abertura
practicada la vi pera en la pared, conducía de llano al cada! o entapi–
zado de negro; e veían dos hombres consternados cerca de la hacha,
entrambos vestidos de marineros y on má cara. El rey apareció obre el
cadal o con la cabeza erguida, paseando por toda partes su miradas
y
bu cando en vano al pueblo para hablarle. \ iendo que olo la tropas
ubrian la plaza y que
á
nadie se había perJDitido acercar e, se dirigió
á
Jnxon 1'omlin on di i ndole : et a i olo de vo otros puedo er oiclo ;