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418

Cartft de

Euch~1·io.

.

senridos de los hombres. Prime. cornendo ,

y

quas1

ya

desfalle–

ro nos quería engañar con imá-

ce~

Lo qual no afirman solo

gines sofisticamente compuestas; nuestras

flacas

palabras (a): mas

y

aJa con quien tenia mejor se-

la autoridad Apostólica lo can–

so

no podía : ahora los tiempos firma: donde leemos : Nosotros

están asi mudados, que todos somos en quien

ya

llegaron los

quantos quisieren, conocerán sus postreros fines del siglo. Y pues

embustes. Primero carecia de-

ya

ha

muchos años que esto se

bienes ciertos: ahora carece aun · dixo,

i

nosotros qué confianza

de los aparentes. Apenas

tien~

tenemos l Llégase de priesa el

ya

colores con que se afeyte. Ya dia postrero: no digo el nuestro,

no está adornado de tiernas ftop mas el de todo el mundo. Cada

r es:

i

quánto ,menos tendrá fru-

hora nos amenaza la muerte,

to que

permanezca~

Si nosotros asi la de nuestro cuerpo , como

no nos enredamos ,

ya

el mundo Ja de todo el linage humano, por

no tiene

lazo~

con que nos ate.

los particulares peligros,

y

p~r

i

Y para qué

tardamos

de decir

los generales

en ·que cada

d1a

lo que e.s mas

fuerte~

Decimos caemos. Carga

sobr~

mi hom·

que perecieron las prosperida-

bre desventurado el temor de la

des del mu do ,

y

que se enva· muerte del siglo : como si no

necieron sus pompas.

J

mundo bastase para hacerme

miserab~e

todo perece ,

y

quasi da los pos-

el miedo de la rnia.

i

Porqué d1-

tieros anhelitos :

~_para

qué

nos simulamos nuestros espantos 1

trabajamos

por

mostral" que

to- No

podemos

estar

seguros;

pues

·do su valor

y

contentamiento ni · de nuestra singular muerte

se acaba; put!s vemos claramen· podemos escapar, ni de la co–

-te que

él

mesmo

~e acaba~

Ca

rnun.

Por

lo qual

ciertar:n~nte

es

no le faltan sus bienes

y

fuer- mal afortunada la cond1c1on de •

zas

antes de tiempo; porque su

los hombres mundanos,

y

mas

vejéz trae consigo flaqueza. La ahora en la despedida del mun·

edad postrera del mundo está do,

y

-en el desfallecimiento de

llen~

de males.' como la del

todas

J

as cosas ;.que de las .

pre~

h~mbre

es segmda de dolencias.

sen tes no pueden gozar;

porque

Visto

habemos ,

y

cada dia nos perecen : ni se recrean con la

p asa n

delan te

los

ojos en estas esperanza de las venideras; por–

ca n~s d ~l

mu ndo , hambres, que no las merecen. El deleyte

-p es t1le nc1as , desventüras ,

guer·

de

Ja vida pasa como sombra,

ras ,

temblor es de tierra , des-

que n\') se puede detener

pasan–

órden de los

tempo~ales,

mons.-

do su

~ uerpo:

y

la

v~nidera,

que

t ruosos partos de anunales. iPues es per etua; no ueae porque

qué es

esto,

sino yronóscicos del confien alcanzarla: ni se

aprove·

remate del

siglo,

que se

cansa chan

de

los

bienei

teinporales~

ni

(a)

2.

Cor.

10.