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Carta de Eucherio.

4

ro

ni gozarán de los eternos. Aqui rar,

(y

segun arrib1 mo

H

ré)

tienen poco de posesion : para vale mas la esperanza de lasco–

lo celestial no tienen títnlo. Por sas celestiales que la pose ion de

cierto es

cJe~ventura~o

y

mucho

l~s t~rrenas.

Y

quien lo coatra–

de doler

tal

estado,

s1

no hace el

no

st~nte,

no tiene sano juicio

hombre de esta cruel necesidad de los bienes del mundo; porque

provechosa virtud , mudando

la

los

trae tanto

sobre

los ojos que

aficion ,

y

enderezando sus ca-

no los ve : como claramente

ex–

minos al bien soberano. Porque perirnentamos si alguna cosa

de otra manera , los intereses de pegamos en la niña del ojo,

esta vida están asi destruidos, que que no la podemos ver: la qual

quien no busca el bien eterno, apartada

á

distancia convenien–

ambos los pierde. Y puesto que

te vemos distintamente. Asi acae–

algo

se

pueden gozar en esta vi-

ce en la estima delos

bi ·~nes

mun–

da,

y

al¡,o valiesen , como

á

sus

danos

que por traerlos tan den.

seguidore~

parece; mas es de

tro de nos, agravan nuestro en–

estimar la esper

a . cierta de

teudimiento,

y

no

los

conoce–

los grandes biene , que la pose - mos:

y

de los celestiales, qne es–

sion de los pequeños: como te

cán

apartados, juzgamos

con

mostraré por este

e~emplo:

Si mas clara vista. Y la esperanza

á

un.hombre prometiese un gran- que te

he

dicho de los bienes

ve–

de

Señor

de dará su escogimien-

nideros , no es vana ; pues nues–

to,

ó

en este día cij)co monedas,

tro Señor

Jesu Christo, asáz

ó

mañana quinientas : o en este abonado prometedor,

nos

la cer–

dia un vaso de cobr.e ,

ó

maña-

tificó :el qua! prometió

á

los po–

_na un joyel de oro; escogeria bres renunciado res del mundo

.ciertamente este hombre lo mas el Reyno de los Cielos,

y

co·

• precioso, a.unque fuese con pe-

piosísimos premios de

Ja

eterni–

queña tardanza. Pues de esta dad. Y para entera seguridad,

manera considerando tu la bre-

en

su persona

vino

á

trcl tar con

vedad de esta vida, no

te

con-

nosotros por cJ inefable sacra–

tentes con lo vil, pudiendo es· mento, de la humana naturale–

perar lo

muy

valeroso.

Cé¡l

el za

que juntó

con

la

suya

Divina,

tnundo no tiene mas qu: dar de

restituyéndono~,

á

la am.istad

lo que vemos

y

receb1mos:

y

del Padre , hac1endose med1ane–

por eso no se ha de esperar de ro entre Dios

y

los

hombres,

él otra cosa de mayor precio: como particionero de ambas na–

pues lo que poseemos, ya no lo

turalezas ;

y

libró

to~o

el mun·

e~peramos.

A los

bienes venide-

do por el alto

mistcr10 ,

nunca

ros se

hao

de pasar todas las es-

encera

menee

conocido~

de

su pa–

peraazas del siglo; pues en

lo sion , de Ja grande deuda

á

que

temporal no

hay

mas

que

espe·

estaba obligado. Y (como

~l

Ggg

2

Apos·