vor (de la virtud; poniendo ante los ojos los grandes
ptovechos que andan en su compañia asi en esta
~ida
corno en la otra ;
y
asirnesrno
1as .
grandes obligacio–
nes · que
á
ella
te~ernos
,
por mandarla I;)ios,
á
quien
estamos tan .obligados , así por lo que él es en
sí , como por lo que es para nosotros.
Movíme
á
tratar este argumento por ver que la
mayor parte de los ho1nbres, aunque alaban la virtud,
siguen el vicio:
y
parecióme que
entre
otras .muchas
causas de este mal una de
ellas
era
no
entender
lo~
tales la condicion
y
naturaleza de la virtud , te–
niéndola por áspera ,
estéril
y
triste ; por lo qual
an1ancebados con los vicios (por parecerles
mas
sa~
brosos),
andan
descasados de
la \iÍrtud ,
teniéndola
por desabrida.
Fo~
tanto ,
condoliéndome
,de
este
engaño , quise
tomar
este'
trr
bajo
en declarar aquí
· qDán grandes
sean
·tas riquezas ,
los deleytes , 'los
, tesoros,
la
dignidad
y
la
hermosura de esta esposa
celestial ;
y
quán mal conocida sea de los horpbres:
porque esto
los
ayudase
á
desengajíarse ,
y
enamorarse
de
una
cosa tan preciosa. Porque si es verdad que
una de Jas cosas mas excelentes que hay en el cielo
y
en la tierra,
y
mas digna de ser· amada
·y
estimada,
es ella; gran
lásti1na
es ver
á
los hon1bres
tan
agenos
de este conocimiento ,
y
tan alejados de este bien. Por
lo qual gran servicio hace á la vida comun quien quiera
tiue
trab~j~
por
restituir su
hon1
1
a
á
esta Señora ,
y
asentarla
en
su
trono Real ; pues
ella
es
Reyna
y
Señora
de todas ,las cosas.
§.I.