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gar.
¿Qué cosa
má9
mottstruosa, que el ique el juez
para
hacer
efectiva su sentencia dependa de la voluntad del reo?-
QuE en .Jos doce pr.imeros siglos no hubo decretos de los Pon–
tifices, es propiamente un asunto historico.
O
en los concili
s
asistió en persona: el Papa, como en el Lateranense,
Lugdu~
·
nense, Vieneni::e, ·Florentino;
ó
asisti6 por legados como en el
Niceno
l.
0
y
Efesino;
ó
no asistió ni por si, ni por'legados,
como en el Constantinopolitano
l.
0
En los que as1stio per–
sonalmen~e
aunque la sancion fuese
a
su nombre, se puso Ja
clausula
aprobandolo
el
concilio.
Si concurrió por legados ·es
Ja ctiestion ¿si se requerirá el posterior reconocimiento
y
con~
firmacion pontificia? Nada .hubo con respecto al Niceno
l.
o ·
que es de tenerse. como la pied·ra angular de la doctrina ca–
t pli('a. Es demostrada la falsedad de los' documentos, que se
refirieron coino prueba contraria: se recomienda
a
Harduino. (.)
Los del Efesino dieron una
raz.oncumplida de lo actuado. Pa.
rece por la simple lectura, que se solicitaba
la
confirmacion.
En asunto tan interesante es menester guardar mucha pureza
y
exactitud. Las clausulas son muy equivocas, para los que
no Citen instruidos en a
1
istoria e ese concilio El Papa pre–
vin.o
a
sus leg_ados
•Por la autoridad de la. Seoe Apostolica
debemos mandar, si se viniese
a
la dicerta.cion, vosotros ,debereis
juzgar de la sentemiia de ellos, no sujetaros al certarneml' Una
proposioion ai ada, fac1lmente cunduce a error; . En ese con–
eilio se iba a examinar la ausa
entr~
Cinlo
y
Nestorio. Am–
bos habian pedido al Emperador Teodosio el ser juzgados. El
Papa Celestino, tenia declarada de antemano en concilio de
Roma la justicia de Cirilo. Ppr esto,
co~n
la mayor pruden–
cia ordena á sus leg;:;dos, que no se mezclen en la contienda.
LA
carta del Papa Celestino es el documento m&s solem–
ne que puedo .presentar en apoyo <le mis opíniones. Copi0
á
Fleury. (,) Comienza asi:
"La
asamblea de obispos tesiifica la .
presencia del Santo Espíritu, porque el coocilio es santo por
Ja yeneracion, que le es debida, como que ·representa la nu–
merosa asamb lea de apostoles. Jamas su maestro, que les ha.
bia ordenado predicar, no los ha abandonado.
Er~
el mis–
mo, . quien les enseñabll, el que les habia dicho, lo que ·debian
enseñar, y que les
l~abia
asegurado, que se le escucharia en
su~
apnstoles. Este
car~o
de enseñar ha venido igualmente
a
[.]
Tom..
1.
:l
col.
343.
[ , ]
Lib.
25
n.
47.