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LA INQUISICION DE LIMA
uDe seis a ocho años a esta parte, decían, es muy grande
la quantidad de portugueses, que han entrado en este reino
del Perú, (donde ántes había muchos) por Buenos Ayres,
el Brasil, Nueva España, Nuevo Reino, y Puerto Ve] o.
Estaba esta ciudad quajada de ella, muchos cassados, y los
mas solteros; habíanse echo señores del comercio; la calle
que llaman de los 1nercaderes era casi suia; el callejon to–
do;
y
los cajones los mas; herbian por las calles vendiendo
con petacas a la manera ·que los lenceros en essa Corte:
todos los mas corrillos de la pla<;a eran suios; y de tal .
suerte se habían señoreado del trato de la mercancía, que
desdel brocado al saial,
y
desdel diamante al comino todo
corria por sus manos
1 •
El castellano que no tenia por com·
pañero de tienda a portugues, le parecía no babia de tener
sübcesso bueno. Atravessabau una flota
enter~
con crédi–
to que se hacían unos a otros, sin tener caudal de consi–
deracion
y
repartían con la ropa sus fatores, que son de
su misn1a nacion, por todo el reino. Los adinerados de la
ciudad, viendo la máquina que manijaban y su grande
ostentacion, les daban a daño quanta plata querían, con
que pagaban a sus corresponsales, que por la maior parte
son de su profession, quedándose con las deudas contrahi–
das aquí, sin mas caudal que alguno que habían repartido
por medio de sus agentes.
uDesta manera eran señores de la tierra gastando
y
triunfando,
y
pagando con puntualidad los daños,
y
sien1-
pre la deuda prin<;ipal en pié, haciendo ostentaeion de
riquezas, y acreditándose unos a otros con astucia
y
ma–
ña, con que engañaban aun a los muy entendidos: creció
tanto su habilantez con el valimiento que a todo andar
hiban teniendo con todo género de gentes, que el año de
treinta
y
quatro trataron de arrendar el almojarifazgo
real.
11El rumor que había del gran multiplico desta gente,
y
lo que por nuestros ojos
vian~os
nos hacia vivir attentos
a todas sus acciones, con cuidadossa dissimulacion, quando
por un dia del n1es de agosto del dicho año de
treinta
y
l.
«Desde el mas vil negro de Guinea hasta la perla mas preciosa,J>
dice Aleayaga,
Carta de
15
de
mayo
de
1686.