CAPÍTULO XVIII
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y
los
de veherr-¿enti
volvieron a abjurar,
y
los que avian
hecho la abjuracion formal, se les admitió el riesgo que
corrían por la relapsia en los delitos de heregía que avian
cometido, o otros de aquel1a especie.
11A las ocho de la n1a.ñana no cabia.n en las calles la$
mugeres
y
muchos que salieron a ver los azotados (torve–
llino que de ordinario sucede a las onze del dia) suspen–
diéndose hasta la tarde esta execucion,
y
por evitar el
desman que causan los n1uchos hombres que suben a ca–
vallo tales dias para ver mejor los
j
usticiados,
y
desórden
de las carrozas, que por ser muehas ocupan las calles,
y
atrevimiento de los muchachos, fatales a las bruxas
y
he–
chizeras
y
casados dqs veces,
y
para que todos viessen
tan exemplar castigo cón1odamente, proveyó el Tribunal
un decreto,
y
por mandado de los señores clél se pregonó,
y
dictó Juan Perez de .
U
riarte, fan1iliar del Santo Oficio:
d
.
'
ec.w. ass1:
.
rrMandan los señores
Inquis1~do1"es,
so pena de excomu–
nion mayor
y
cien pesos, que n1'nguna J?ersona sea ossada
andar en coche ni a caballo
J?OT
la,s calles por donde
pa.ssan los aJusticiados en el auto de la Fe, que se ce–
lebró ayer a los
23
deste, desde las tres de la tarde
hasta las cinco, y que ningur/o tire a los penitenciados
con lodo, pied,ra o ot?"a qttalq1,l'iera cosa, al español,
pena de destierro a Chile, al mulato, mestizo, indio
y
negro, c1:en azotes. Mdndase pregonar, po1·que venga a
notic1~a
de todos.
11Cou esta diligencia, aunque sinnúmero la gente que
ocurrió a ver los
a9o~ados,
no tuvo in1pedimento: salieron
como a las tres de las casas de la Inquisicion veinte
y
nue–
ve a9otados
y
una a la vergüen9a,
y
las hechiceras,
y
ca–
sados dos ,vezes con sus corozas, en que ivan pintadas las
sefia.les de sus delitos; dióse el primer pregon en la pla9a
de la Inquisicion, que dictava M_arcos Yañez, familiar del
Santo Oficio, como avía dictado el de la publicacion del
auto
y
otros, en esta forma.
,
''Esta es la Justicia que manda hazeT el Santo Oficio
de la Inquisicion a estos hornbres y mugeres. A la pri–
n~e1"a
a la 1.lergüenr;a, y a los doze q'ue se le s(quen a
cien ayates,
y
a los quinze
sigu~~entes
a ellos, doscientos