CAPÍTULO XVIII
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tenga asiento con los mismos, donde se lea esta nuestra
sentencia
y
aJ9amos cualquier embargo y secresto que por
nuestro mandado esté fecho en sus bienes, y que le sean
entregados enteramente por el inventario que dellos se hi–
zo al tiempo que se secrestaron,
y
por esta nuestra sen–
tencia di:finitiva, assí lo pronunciamos en estos escritos y
por ellos.
t
11ENTREGA Y JUSTICIA DE LOS RELAXADOS.-Como a,
las tres de la tarde que se acabaron de leer las senten–
cias de los que avían de ser relaxados, se levantó el hura–
can referido. Y a esa hora, juntos los de este género
en la cruxía, con la estatua del estrava.gante, los entre–
gó
~Iartin
Diaz de Contreras
y
don Juan Tello de So ...
tomayor, secretario
y
alguacil mayor del Santo Oficio,
a los alcaldes ordinarios, conforme al auto del entriego,
que fueron los once dichos y una estatua,
y
le~
hizieron
causa
y
sentenciaron a muerte de fuego. Cometióse esta
execucion a don Alvaro de Torres y Bohorquez, alguacil
mayor de la ciudad, el qual entregó a cada dos alguaciles
un judío, y acompañado de todos los demas ministros, los
llevó al brasero, que estava prevenido por órden de los al–
caldes ordinarios fuera de la ciudaü, por la calle de Pa–
lacio, puente y calle de San Lázaro, hasta el lugar de la
justicia.
I
van los justiciados entre dos hileras de soldados
para guardarlos del tropel de la gente, que fué sinnúme–
ro la que ocurrió a verlos, y muchos reljgiosos de todas
órdenes para predicarles. Asistió el alguacil ' n1ayor a la
justicia
y
Diego Xaramillo de Andrade, escrivano públi–
co,
y
los ministros,
y
no se apartó hasta que el secretario
dió fee como todos quedavan convertidos en ceni9as.
"Poco ántes de ponerse el sol, el alguacil mayor del
Santo Oficio
y
alcayde de las cárceles
y
ministros, fueron
sacando los reconciliados
y
de1nas reos del cadahalso y los
llevaron delante del Tribunal, donde, puestos de rodillas,
abjuraron
'Vehementi
unos,
y
otros formalmente, segun se
ha referido, reservando para el dia siguiente los que
avian de abjurar
de levi,
por no embara9arse con ellos.
"Para la absolucion, se truxo la fuente del altar, donde
estava sobrepelliz
y
estola,
y
aviéndosele puesto al señor
licenciado don Juan de Mañozca, S. S. hizo las preguntas