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LA INQUISIOION DE LIMA
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sejo se pusiese mui sobre aviso con las pretensiones de
D. Francisco de Toledo, de quien se decia que estaba gran–
demente empeñado en que se nombrase a Fr. Pedro Gu–
tierrez, del tnismo hábito, colejio i tierra que Gutierrez de
Ulloa, i ademas de mui amigos desde la juventud, no bien
acreditado en el reino, ni en opinion de recojido ni ho–
nesto. Agregábase que las instancias del -Virei nacian de
su deseo de proporcionarse para cuando llegase el caso de
su residencia un juez bastante benévolo para disünular sus
faltas.
27
Mas, a ser efectivos estos empeños de D. Francis- '
co, ya por entónces caido en desgracia con Felipe II, el
Consejo los desatendió, i prévia consulta al monarca, en
16
de _marzo de
1586
firmaba las instrucciones para la vi–
sita que en Lima debia practicar el canónigo de
Tarra.go–na28 licenciado Juan Ruiz de Prado.
27.
Carta
de Alcedo de 28 de marzo de 1582.
28. 'l,omamos este dato del famoso libro de Luis de Páramo,
De ori–
gine Sanctae Inpuisitionis,
Madrid, 1598, páj. 140.
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