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CAPi'l'ULO X

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aposento de la cassa real, con guardas, para que ninguna

persona le hablasse hasta ver hecha la informacion suma–

ria contra él

y

las den1as diligencias necesarias, y tomán–

dole la confesion, y assí se yva prosiguiendo con n1ucho

cuidado, por convenir mucho al servicio de Dios y de Vues–

tra

~1agestad,

que semejantes cosas se castiguen en este

reyno con demostracion y rigor, porque hay y a habido

en esta materia gran disolucion, y siendo esto notorio en

esta ciudad

y

reyno, y habiendo los dichos ynquisidores

procediclo contra el dicho Juan Bello, en la dicha causa,

sin mas prision que la ciudad por cárcel, me le pidieron

en el tien1po que convenia tenerle, sin que hablase a nadie,

con ocasion que querian proseguir la dicha causa de el

Sancto Officio, y aunqne yo signifiqué al secretario de él,

y el mio a los dichos ynquisidores quanto importava ha–

cer las dichas diligencias ántes que el dicho Juan Bello

comunicase con persona alguna, le llevaron

~lel

aposento

donde yo le tenia presso y le pusieron en su cárcel públi–

ca, donde se da la puerta a todos los que le quieren veer

y hablar, y allí hace las prevenciones que le parecen, de

1nanera que en el pueblo se a notado

y

se dice que ántes

no le tenían presso los dichos ynquisidores, y agora por–

que si estuviera suelto o la ciudad por cárcel, por ellas le

había de tener yo en prisjon mas estrecha, le han puesto

en la

p~blica

suia, que para lo que se pretendía y con él

se yba haciendo, es lo mismo que no tener ninguna.

,,L:t

primera quaresma que n1e hallé en est.a ciudad,

aunque ya habia comenzado a tratar por los medios que

tengo referidos ele que doña Catalina Morejon fuese a ha–

cer vida maridable con Antonio de Chaves, su marido, no

había comenzado el ynquisidor Ulloa a mostrar tanto el

sentimiento que de ello tenia, como despues lo hizo, por–

que aun todavía tenia esperanza de que no se había de

llevar al cabo el negocio

y

para ello se queria congratular

connligo, y assí habiéndose de publicar el edicto de la fee

en la yglesia de la, Cornpañia de J esus, propuse irlo a oyr,

ron1o es justo,

y

un religioso grave me pidió que no fu

es~

se,

y

preguntándole la razon, aunque se quiso escusar de

darla particular, al fin lo hizo, dando a entender que sa–

bia que querían poner cierta manera de sitial los ynqui-