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INQUISICIÓN)E CmLE

mientos de manos y ósculos, de que había resulta–

do conocerla carnalmente en su celda, en el con–

vento, siendo guardián. Y dijo en estas audiencias

que con otras dos mujeres había tenido acceso

carnal, pero que no las había confesado ...

»

El buen hombre no se acordaba de lo que depo–

nían las testigos en la sumaria, limitándose á de–

cir que podía ser haberlo hecho, pues que, como

estaba tan viejo, no tenía ya memoria; habiendo

sido condenado, más de veinte años después de

verificados los hechos de que se le acusó, á oir la

lectura de la sentencia delante de cuatro relig·iosos

de su Orden

y

en abjuración

de levi.

Fué priva–

do, además, de confesar mujeres, y desterrado de

Chile.

El mercenario fray Juan de Ocampo, sevillano,

de cuarenta y cuatro años, fué también testificado

de que en Tucu.mán había abusado de várias in–

dias, sus confesadas.

«Iten, otros cuatro testigos mayores, que los

tres son religiosos y sacerdotes y el otro clérigo

presbítero, y los dos están ratificados, le testifican

que estando el dicho fray Juan de Ocampo en la

ciudad de Serena, que es del reino de Chile, por el

año de mil quinientos ochenta y seis, en la fiesta

de Nuestra Señora de Septiembre, había cantado

unas coplas del todo inconvenientes:

«Tan contenta estáis dtl Dios

Cuanto Dios de vos contento

Y hace cuenta que los dos

Alcanzáis merecimiento.