E~
LAS ISLAS
FILIPI~AS
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ser solo en todo, que no deja eclesiástico ni seglar
que todos no los mete á barato, metiéndose en todo
con tan poca prudencia y considetación que me tiene
.admit'
u.do.»
1
Lo que iba pasando en las Filipinas era, más
ó
menos, lo mismo que había acontecido en varias ciu–
·dades de América cuando se fundaron los Tribuna–
les ele la Inquisición. De una parle, los Obispos
·defendiendo hasta donde podían sus atribuciones in–
quisitoriales, y por otra, los ministros del Santo Ofi–
-ci:o, apoyados en las órdenes reales, reclamando el
uso exclusivo de su jnrisclicción en materias de fe .
Como era de espct'arlo,
y
con1o sucedió siempre en
·Casos análogos, los vencidos fueron los obispos.
El Tribunal ele México, en vista de lo que le anun–
ciaba el
P.
Manrique
y
de lo que re::5ultaba de otras
fnente~
de información, Yiéndose imposibilitado do
a'cducir al obispo Salazar á que acatase· sus manda–
tus, se Yió en el caso de pone1'en noticia del Consejo
General de Inqni:::;ición, para qne éste, á su vez,
participa:::;e al Sobcn:\llo, lo que ocurría en las Islas.
«~Iuy
Iltos. soüorcs.-Como consta por los pode–
res 6 instrucción do ::;u S.•
1
Illma.
y
cédulas ele Su
Majestad, se sei1alaron por districlo destainquisición,
LL
<\.ndiencias ele
~Léxico,
GL1atcm:1la
y.
Tueya Gali–
cia con sus di:strictos
y
jmisclicionos, en que caen el
arzobi3pado de !\léxico
y
obispados ele Tla.x.cala, 1\Ic–
dwi.'lcúu,
Guax.aca., :\ne\·a Ga.licia,
Y
uca!án, GLlate–
mala, Vora Paz, Chiapa, Honduras
y
Nicaragua,
y
su~
C<'rcanía.s, en cuya razón Yiene también la población
1.
C.1r1.1
de D. Dieg,; I?un;7Lúllo, 24 de
Septie1l~bre
de r583.