EN EL RÍO DE LA PLATA-
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que pase tan grande ofensa de la santa fe y religión
católica
á
aquellas partes, y que los naturales dellas
sean pervertidos con nuevas, falsas y reprobadas
doctrinas y errores; el
Inquisid.orApostólico Gene–
ral en nuestros reinos y señoríos, con acuerdo de
los de nuestro Consejo de la General Inquisición, y
conSl,lltado con Nos, ordenó y proveyó que se pu–
siese y asentase en aquellas provincias el Santo
Oficio de la Inquisición, y por el descargo de nues–
tra real conciencia y de fa suya, diputar y nom–
brar Inquisidores Apostólicos contra la herética
pravedad y apostasía, y los oficiales y ministros
necesarios para el uso y ejercicio del Santo Oficio.
Y porque conviene que les mandemos dar el favor
de nuestro Brazo Real, segvn y como católico prín–
cipe y· celador de la honra ·de Dios y beneficio de la
república cristiana, para ejercer libremente el San–
to Oficio; mandamos
á
nuestros Virreyes, Presi–
dentes, Oidores y Alcaldes del crimen de nuestras
Audiencias Reales, y
á
cualesquier gobernadores,
corregidores y alcaldes mayores y otras justicias
de todas las ciudades, villas y lugares de las Indias)
así de los españoles, como ele los indios naturales,
que al presente son, ó por tiempo fueren·, que cada
y cuando que los Inquisidores Apostólicos fueren
con sus oficiales y ministros
á
hacer y ejercer, en
cualquier parte de las dichas provincias el santo
oficio de la Inquisición, los reciban, y
á
sus minis–
tros y oficiales y
p~rsonas
que con ellos fueren con
, la reverencia debida y decente, teniendo considera–
ción al santo ministerio que van
á
ejercer,
y
los
aposenten y hagan aposentar y los dejen y permi–
tan libremente ejercer el Santo Oficio, y siendo por
los Inquisidores requeridos, hagan y presten el ju-