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DOCUMENTOS

439

comisario de esta ciudad, para que entre á ejercerlo cuando se resti–

tuya á ella,

y

en el ínterin, en calidad de segundo

ó

auxiliar, podrá

practicarlo el doctor don Juan Garcia Barrera, presbítero también de

este domicilio, catedrático de Melchor Cano en el citado Real Semi–

nario, que lo ha sido por veinte años de Santo Tomás en la Univer–

sidad, y calificador del Santo Oficio por espacio de cerca de diez, en

cuyo ejercicio es el único que trabaja. por .no haber otro de su clase

que goce de la necesaria iluminación.

Este motivo me presenta el más agradable y deseado de consa–

grar cordialmente á Y. S.

I.

todos mis respetos y veneración que

exige el alto carácter

y

sublime mérito de V. S.

I.,

deseoso de su

mayor obsequio y de que Nuestro Señor guarde

á

V. S.

I.

muchos

felices años, que le ruego.-Habana, 3 de febrero de 1777--llustrisi–

mo señor. B. L.

i\1.

á V. S. su mayor atento seguro _scrvidor

y

ca–

pellán.-Sanliago

jph.

obispo de Cuba.-llustrisimo señor don

Felipe Bertrán.

XV

Carta de D. José ;vlaria Herrera al Inquisidor General en que le

noticia del estado en que se hallaba la ciudad de Puerto España

por lo tocante á la te

y

prácticas religiosas.

St:ñores del santo y venerable Tribunal de la Santa lnquisicÍ6n.

-Segunda vez lleno de horror

y

temblando acuso de herejes algo–

bernador, su secretario do n Dionisio Francisco, al cura don José

Maria Angeles, y á las cuatro quintas partes de la colonia. El hablar

con desprecio de la reliQ·ión santa nuestra es público en las mesas,

paseos, fondas, calles, y llenas las librerías de todo género de ini–

quidade

prohibidas es más públicn; los bailes para casarse y

d escasarse, es diario, y las pinturas obscenas son los cuadros de

todas partes. ¡Qué diría, señores, si hubiera de decirlo todo! hable el

vicario, hombre justo, que se va

á

s u tierra de l.larcelona huyendo

d e la iniquidad, y hablen quince 6 veinte personas tenidas por fa–

náticas y perseguidas porque somos cristianos. El cura le di6 á

un enfermo un vaso con agua caliente y aceite y

le

dijo: «ya le he

dado la extremaunci6n;n ha quitado la salve de la Vírg·en; reniega.

qué se yo en qué forma, que el vicario sabe y yo no estoy enterado; el

Francisco me ha dicho que nosotros nos· hacemos nuestro Dios, nos

lo comemos y lo excreta mos; el auditor de guerra, qu e el matrimo–

nio no fué sacramento hasta el sig lo ocho, que les di6 la gana á cié-