(
~o·
)
ca de la calidad, mucho mas cuando esta era de tal nuturaleJ
za que probada rlesaparecia la criminalidad del hecho.
5.
0
En el que comprende a Jáuregui se ha procedido
pol' ciencia privada
y
sin levantar auto cabeza de proceso ni
habe1' habid ·> acusado¡· ni capítulos de pesquisa, tres únicos
modos de proceder bue el darecho conoce en la averiguacion
y
castiho de ló'S--défincuentes.
6
~
El proceso aun teniemfo el carácter que se le ha
querido dar bajo el falsisimo supuesto de ser delito notorio
el cometido por la abadesa no presenta ni asomos de la sus–
tanciacion que corresponde á esta clase de juicios. y
seria
~iempre
nulo
é
insubsistente.
El que diese sentencia de excomunion contra
la forma
establecida para imponer esta terrible pena, manda la ley
20
titulo 3 parte la. "que sea vedado de entrar á decir la hora
"en la iglesia po_r un mes;; que el mayor al de aquel que
1~
dió,
"en caso de quejarse contra ella la pueda luego toller sin'1llon–
"gamiento alguno i condenarlo en las cortas i en las d'es'pen–
"sas que ficiese el querelloso
é
en todos los otros daños que
"recibiese por esta razon. Esta misma pena, escluyendo Ja
"pro·hibicion de entrar á la iglesia, tienen los que excomr1lgan
"por razon que no es derecha ó á tal porque non deban cJCco–
"mulgar." De uno y otro defecto adqlece la sentencia q' nos
ocupa,
y
en esta virtud es que
Suplico á US. se sirva deferir á las preses del exórdio
que repito por
lu ·
-Remijio Jauregui.
La sentencia dada en segunda instancia, se estampará en· el pe–
riodico
"Comercio;"
pues el deseo de que el público se instr·uya con la
posible brevedad de los horrorosos é inquisitoriales atentados que se han
cometido por su señoría el Provisor de la curia de Ayacuclw, Dr. D.
José AgltStin de Larrea, en la causa sujeta á materiaj se priva al apo–
derado de la R.
M.
Abadesa-del gusto de insertar á contínuacion de
este escrito el justo fallo que se promete de la integridad y prcfundos
conocímzentos del Metropolitano de Lima.
Sentencia ümto mas espe–
rada cuanto es muy verosimíl que ella sabrá reparw· los daños que en
su honor, y aun de su salud, ha sufrido aquella infeliz prelada, vfctí–
rna de una rastrera venganza.
La vista áel procsso, manifiesta á todtL
luz aun al mas intonso,
las escandalosas injustzcias irrogadas
á
esta
relijiosa.
¿Y se creerá que la perfidia triunfe sobre la inocencia? No:
se echará mano de todos los
franqueen las leyes, á .fin de
alcanzar justicia, sin de
o1t
caso, el espediente 1riolento
de la exclaustracíon; y
á á su. autor dar Tos de-
bidos descargos ante el
y
de los sensatos.