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los pueblos, la causa de la humanidad; por lo menos

asi lo creemos;

y

si nos engañáramos en el objeto, no

nos

en~añariarnos

en la intencion. Tan lejos estamos

de esti1nular

á

que se os persiga, y estar contra voso–

tros, que os invitamos

á

que os unais á nosotros en el

camino que lleva la humanidad. Unios, pero no je–

suítica sino sinceramente;

y .

pues ya veis, que tene–

mos motivos fundados

y

de esperiencia para descon–

fiar de vosotros, dadnos pruebas de vuestra injenui–

dad en una conducta sostenida, que acredite á la luz.

pública, que no sois ya jesuitas sino hombres. Pero

no nos engañeis,dejad en verdad de ser jesuitas,

y

sed

hombres. Mucho han sufrido los pueblos en siglos;

n1as no quieren ni pueden sufrir que los humillen, 1nas

no que los engañen. Refundios en el seno de la hu- ·

manidad,

y

ejerced una nueva y mas laudable n1ision

cerca de nosotr9s. Si somos exaltados, aplacad con

vuestra prudencia nuestro fervor: si exajerados en

nuestras teorías, moderadlas con vuestra esperiencia

y

cordura;

y

si va muy de priesa el carro de la liber–

tad, ahi estareis vosotros, de convenio nuestro, para

contener su rapidez. Vosotros sereis el elemento re–

gulador, que temple la marcha de los qtte tienen en

sus manos los medios de accion. Sed sínceros, sed

sínceros,

y

cesarán las desconfianzas recíprocas,

y

vosotros y nosotros llenarmnos las intenciones de la

Divina Providencia, trabajando todos en beneficio de

la Patria, de la América, del Genero humano.

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