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ciudad ·de
J
erusalen había tantos santuarios que no se podían
recol'rer en todo un dia. Tambien visitaron la Palestina en
el sig·lo cuarto, santa Paula matrona Romana y su hi–
ja santa Enstoquia, vivieron
y'
fneron enterradas en Be-
Jen.
En el siglo quinto la Emperatriz Eudoxia, muger do
'feodosio el joven, hizo dos peregrinaciones á Jerusalen,
levantó varios monasterios en la santa ciudad y aqui dió
fin á sus dias en el retiro. En el siglo sesto escribe san
Gregorio '.Turonense que uno de sus diaconos con cua–
tro peregTinos mas hizo el viage de la tierra santa,
y
que en
J
erusalen había un gran monasterio, donde recihian
a
los peregrinos . En el siglo septimo Cosrroes, rey de Per–
sia, se llevo
de
Jerusalen
la
Cru:z. en que Cristo mu-::
rió. El Emperador lie raclio la rescató
y
plantó nue–
vainente en el monte calvario. En este siglo calamitoso
la
invencible constancia de los fieles supo conservár,
y
visitár el santísimo Sepulcro con un celo incomparable, .,
y
en los sig·los siguientes se continuaron las peregrina- ·
ciones á la Tierra Santa con tanto
y
mas celo que en
los anteriores.
Po.r ultimo los lugares Santos, que los ejercitos cru-
~.
zados no pudieron conservar
un
sig·lo entero, hace seis
t~ig·los
que los conservan los menores de san Francisco , con
solas . las armas de la caridad, paciencia, y resignacion
en los trabajos.
La
primera Bula dada por el Pontiíice
Greg'orio
IX
en fahór de los frayles menores de
'fieri_"a·
S:.tnta,
y
que principia
Si ordinis fratrum minorurn
,
e.s
del año 1230.
A
este Pontifiee siguieron otros muchos dan–
tÍo
testimonio de la misma ·verdad hasta el pontificado
de Gregorio
XVI.
Este grande Papa en su Brehe de
23·
de Marzo de 18l.l1,
In
supre1no Episcopatus culmine
,•
despues- de haber dicho que se creia obligado á mal!dár