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'fenemos pues, que en los tres primeros sig·los no faltaron
·cristianos en Jerusalen para dar culto
á
Dios,
y
vene–
rar los santos lugares del modo que les era posible.
Al principio del siglo enarto el Emperador Constanti–
no· dio la paz
á
la
Y
glesia. Su madre la Emperatriz Ele
na vino
á
Jerusa:len el año 327, siendo Macario Obis–
po de . dicha ciudad; hizo derribar los templos de Venus
y
Jnpiter que Adriano habia levantado, el primero
BO–
hre el calvario
y
el segundo sobee el sepulcro del salvador;
buscó
y
halló la cruz en qne Jesucristo habia muerto, asi co–
mo taubien el sepulcro en que habia sido enterrado,
y
levantó
sobre el un mag·nilico templo, otro en el monte Olivete
en memoria de la Ascensiou fiel Senot·,
y
el tercero en
Belen donde nació el Mesias. San Geronimo, esclarecido
doctor de la
Y
glesia, vino á la Palestina
y
se retiró
á
Helen acia el ano 385,
y
nos dejó en diversas partes
de sns obras el cuadro mas completo de los santos
.Lng·ares.
, Seria demasiailo
larg·o,
escribia
á
Mar-
" cela , recorrer todas las edades desde la Ascencion del
,, Señor· hasta el tiempo en que viYimos para contar en–
, · antos Obispos, cuantos Martires, cuantos Doctóres
, han venido
á
J 'erusalen;
pues
ellos habeian creido
, tener menos piedad,
y
ciencia sino hubiesen adorado
1
,., á
Jesucristo en los mismos lug·ares en que el Evan-
, gelio principió
'á
brillar del alto de la cruz. " El mis–
mo santo Doctor aseg·ura (1), que venian
á
Jerusalen
p~regTinos
de la India, de la Etiopia, de la Bretaña,
y
de
1~
Hihernia,
y
que en diversas lenguas se les hoia cantar las
alabanzas de Jesucristo al rededor de su Santísimo Sepul–
cro. Dice tambien que de todas partes emhiaban limosnas
al santo monte Calvario. Nombra ademas los principales lu–
g·ares de devocion dela Palestina,
y
añade qué en sola la
(1)
~-
Hier. epist. 22.