POR MANUEL M.
SALÁZAR~
205
del libro de Jansenio y que habían sido
condenadas en el sentido de este autor, y
obligó
á
los Janse.nistas
á
firmar un formu–
lario adhiriéndose
á
esta declaración; más _
habiéndose negado muchos
á.
aceptar el
formulario, fueron compelidos por
la
fuer–
za, principalmente en Francia, donde exis–
tía el mayor número de obstinados.
Entre los defensores de Jansenio se dis–
tinguieron personas eminentes por sus vir–
tudes
y
ciencia; son muy notables los Soli–
tarios
de
Puerto-HeaJ, Aruauld, Nicole y
sobre todos Pascal, que en sus
Cartas
á
un Provi·ncial
atacó
á
Jos Jesuitas y destru–
yó
el prestigio de que gozaban.
Parecía-te
·mi
a
Ja contienda, cuando
Quesnel Pa
re
del Oratorio escribió
á
principios de ig:lo
XVIII
una obra titula–
da
RPflexione.~
Mor
ale$
sobre el Nuevo Testa–
mento,
en
que
estaban
reprodu~idos
Jos
principios de Jausenio, y la. disputa volvió
á
reanimarse. Nl Pa1pa Clemente XI con–
denó la obra en su bula
Unigerútus
[1713]
que encontró en Francia gran oposición, y
dió lugar
á
nuevo rigor y persecuciones
contra
los
Jansenistas
que
entonces
sella–
maron
Apelantes
porqu~
apelaron de la de–
ci~ión
del
Papa
al
futuro Concilio.
Aun–
que
la
cuestion del Jansenismo continuó
debatiéndose por
algún
tiempo,
en
el
día
ha
perdido su importancia.
Quietista~ . -Miguel
Molinos Sacerdote
español
y
domiciliado en Roma, en dt>nde