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<ilrISTOlUA
ECLESIÁSTlCA.
•
1
país, las inundaciones, la
pe~te
y
los contí–
llU(1)S·
ataqu~s
de los enemig-os
1
diezmaron
de tal modo ·á lo.s cristianos,
que se
vieron
obligados á retirarse
y
tuvieron
que
entre–
gar á Damieta, terminando
a~í
la cruzada.
Sexta
Crnzada.-El mal éxito de la última
expedición obligó al ep.érgico Greg·orio IX
á
exigir de Federico
II
Emperador de
Ale–
mania que cumpliera el voto que había
hecho de emprender una cruzada contra los
infieles;
y
viendo que Federico se
v~lía
de
los más frívolos pretextos para retardar
fa,
expedición, lo excomulgó. Entónces el Em–
perador partió,
sin
hacerse absolver por. el
Pontífice,
y
llegado á Oriente, celebró con
Maleck-Adel Sultán del Cair9 un tratado
por el
cnW
ést~
le cedía. la Ciudad Santa
con la
con
ieión de que se dejara en ella
una mezquita.
Es1{e
tratado escandalizó á
la cristiandad,
y
aunque Federico entró
como soberano en
J
erus~lém,
no encontró
<Jnien lo
corona.se,por lo que se volvió á
Europa. l\fiéntras tanto, abandonados á
sus · débiles esfuerzos los cristianos de
Oriente no pudieron resistir los ataques de
los Turcos,
y
en
1244
perdieron
á
J
erusa–
l~m
para no recuperarla más.
Séptima
Cruzada:-Habiendo caiclo casi
toda la Palestina en
pode1·
de los Musnlma–
nes, el Papa Inocencio
IV
predicó una cru.
z..ada;
pero el mal éxito
de
la.isanteriores,
había enfriado los ánimos
~n
Europa. So–
lo
San Luis
Rey
de Francia, que había sa-