CENERA~.
16~
·mirasen
como
principio de
la
fecundidad.
El Sig!o
Templo en que se venerabJ
á
este
hermoso
XVII.
astro ,
era de una magnificencia
y
riqu ~ za,
que e·spantan
á
la
imaginacion.
No
parece
sino que con el resplandor del oro ,
y
de
las pitdras preciosas, de que estaba e
ubierto
todo
el
interior
de
este
edificio ,
ha bian que•
rido
imi t.-tr al de la
luz que esparce el
Sol
en el u ni
verso.
El e
u
lto
de los
~\1éxicanos
era
mas ·
gro~ero.
Daban al sol por com-
pañeros
la ']una ,
las
estrellas~
el cielo ,
la
tierra , la mar,
y
una infinidad de otras Dei--
.dades subalternas. El mayor de sus Di
ose!)
;e llamaba
Vitzilipuzth.
Atribuíanle
la
om•·
nipotencia ,
y
el imperio del
mundo.
Ofre-.
11
1•
h
1
,.,
~1an
e vtcumas
umanas,
y
as
acompana•
ban con
unas
circunstancias
que hacian to•
':lavía
mas -horrorosos
estos
abomina bies
sa–
:rificios. Todos los
pri~ioneros
cogidos
á
los
!nernigoc; ,
se
guardaban para
sacrificarlos
:n la 6ec:tat.; s-olemnes ;
y
quando no
los
te~
1ian, declaraban
la guerra con
el
menor
)fetexto
á
los
Pueblo5
ve~inos
, para que sus
Dioses
no careciesen de un homenage , de
:¡ue los creian en
extremo
an~iosos.
Las otras
1aciones Indian:is ,
igua1mr:nte
sumergidas
~n
las tinieblas de la
idolatrÍ1 ,
no estaban
.nénos
entregad1s
á
unas supersticiones ab-
;urdas '·
y
repugn~ntes.
_
Los
Reyes
de España emprendiéron
la _
L
2
con-