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á
las almas de los
~cios.,
sino que alcanza santificarlas. Ella ha sido
siempre uno de los principales medios, que los heroes del catoli–
cismo han empleado
y
emplean para subir
á
ese grado sublime
y
extraordinario de santidad, en que los admiramos colocados. El
protestantismo no tiene santos, porque carece de esos medios de
purificacion
y
santificacion. Con separarse de la Iglesia madt·e se ha
visto privado de los
te~oros
de la
r~dencion
del Hombre-Dios, que
se comunican por los canales de Jos santos Sacramentos, que en eJla
depositó ese Esposo divino.
¿
Quereis ver ios efectos saludables de la confesion sacramental?
Visitad
á
uno de esos pueblos, en que celosos y virtuosos Ministros
del Altísimo acaban de predicar misiones
y
confesar
á
casi todos sus
habitantes. ¡Qué asombro
f
Este pueblo, pocos dias antes dividido y
destrozado por los odios y las venganzas, se halla hoy dia pacificado,
reconciliado
y
en la mayor armonia. Se han abierto las puertas
á
la justicia en Jos tribunales; gruesas cantidades usurpadas han im–
gresado en los cofres de sus Jegitimo·s señores; el criado y el jorna–
ero cumplen ya con fidelidad sus deberes. Los escandalas
y
la
corrupcion pública han desapareci?o· Centenares de matrimonios
celebrados han santificado una vida antes ilícita
y
disoluta, y han
legitimado
á
numerosas proles. Se han unido los esposos divorcia–
dos
ó
separados,
y
los hijos tienen ya padre
y
madre, que los alimen–
ten,
y
los eduquen. La paz reina en las familias: los hijos respetan
y
obedecen
á
sus padres : las mujeres son fieles
y
amorosas con
. sus maridos. Se respetan las autoridades constituidas:
hay
buena
fe en los contratos : se ven desterrados de la poblacion el ocio, el
juego
y
demas vicios. Todos sus ciudadanos están consagrados al
trabajo
y
la virtud. Una completa y universal regeneracion es la
que se ha obrado en ese pueblo; y es Le es un hecho que palpamos
todos los
d
ias.
Pues bien : esta reforma de costumbres es mas ó menos estable
y
duradera en ese pueblo,
á
proporcion que sus moradores fre-
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