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zaban por medio de la digna administracion del •santo sacramento
de la Penitencia.
Los·mismos Obispos, que comprendían la altura de sus deberes,
se ocupaban en su administracion en cuanto los permitían
su~
ocu–
paciones. Entre los que se distinguieron en esa epoca, podemos re-
. cordar
á
San Corbiniano, obispo de
F~ixinga,
quien resucito
á
un
cierto ladron ejecutado en el patíbulo para poderle confesar (
1).
Megingordo, primero Abad
y
despues Obispo de Wirziburgo,
á
quien no se le veia 'sino ó en el Monasterio, ó en confesonario (2),
y
Herberto, que autorizada por el Romano Pontífice Adriano 1, ya
siend.o Abad de varios monasterios, ya obispo, predicaba
y
confe–
saba,
y
especialmente se dedicaba
á
oir las .confesiones de los pe–
regrinos (3).
La Iglesia oriental, aunque tan cercana al funesto cisma, contaba
con entusiastas defensores de la ley de Dios
y
del sacramento de la
Confesion. San Platon
y
su discípulo San Teodoro Studita, que
sup~eron
protestar contra el escandaloso
y
adulterino matrimonio
del Emperador Constantino Copróni.mo, fueron tambien celosos
observadores del precepto de la Confesion sacramental. Con su
frecuencia · casi cotidiana ,
y
con
la constitucion de ella que
establecieron en su monasterio,
santi~caron
á
sí mismos
y
á
innumerables monjes (4). Tambien la propagaron entre los fieles
seculares
(~).
En este siglo vn1 la confesion sacramental no dejó de ser hon–
rada por los primeros personajes. Diremos mejor : ellos se hon-
, raban de frecuentarla, como que con ocian su virtud para moralizar
las costumbres. Carlos Martel, rey de Francia, tenia por confesor
á
San Martín., monje de Corbia,
eidemque peccata sua confiteri
soLITus ERAT (6). El primer Concilio de Germanía celebrado el año
(i)
Ann. Bened.,
t..
II, lib. III. -
(2)
lbid.>
lib. XXII . -
(3)
lbid.,
lib. XXIII..
-
(4)
Bolla.nd,In Vita S.
P~aton.;
et ap.
Natal.
Alex.
Hist. eccl.,
t.
VIII,
p.
529
~
et ap.
Patrol. grcec. ,
t.
LI,
col.
1487
et :1549.-
(ñ)
Ibid.,
loco ult. cit\
~
16)
Ann ,
Bened.,
tom. II, lib. XX, pag. 70.
· · .