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obstinadamente no las dejan, permites que se

desnuden antes la preciosa gala de tu Santo

Escapulario, en pena de su culpa, y principio

de su eterna infinita desgracia. No me qui–

tes, Señora, esta prenda de mi filiacion, señal

de paz y alianza sempiterna, para que no me

suceda lo que á un mancebo que le traia col–

gando al cuello; pero esclavo de la lujuria en

cuerpo y alma; iba este en solicitud de una

doncella, y por el camino se le acompañó un

perrillo, pequeño al principio, pero cada rato

crecía mas, y era mas grande miéntras mas se

acercaba á la casa prohibida : de modo , que

cuando entró por sus puertas, ya era un fierí–

simo y corpulento mastin, que llenó de miedo

y de gran susto á la mugl,ir.

"No temas, [le

"dijo entónces

J,

que es

üh

perro manso que

"se me ha aficionado, y espero me defenderá

"en cualquier riesgo." Dicho esto, para eje–

cutar la culpa, se quitó el Escapulario que lle–

vaba,

é

inmediatamente embistió de él el De–

monio, que venia disfrazado en aquel bruto,

arrojando fuego por los ojos, boca y nariz; y

enterrándole en el pecho los colmillos, le abrió

una brecha grande por donde le arrancó el co–

razon y se lo comió, mirando con airados ojos

á la muger, con quien hubiera hecho lo mis–

mo, á permitírselo Dios.

¡Oh María Santísi–

ma del Carmen mi madre y mi amor! de las

garras del Demonio y de su sangrienta boca