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niar al Papa, cansar 6 c:otasperar la opinion pública, y,
~~!:~~~r~·~s;~t~snaa!t~~a~:~ :!f~~;!e
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~~~ir:~J~
mientos.
·
No caeré en este lazo. Hablaré de los dos documen–
tos
á
la vez, consideraré la situacion en todos sus pun–
tos y atacaré de frente los dos peligros.
Sobre el
Convenio
plantearé cuestiones.
Sobre la
Encíclica
daré respuestas.
Necesito instruir y ser instruido.
Se me encontrará tal vez muy rezagado. Como ciu–
dadano francés, no estoy aun acostumbrado á compren–
der una ley 6 nn tratado solemne sin que se me haya
explicado por medio de una discusion pública estre el
Gobierno y los representantes del pals.
Como obispo catélico, no estoy aun acostumbrado
á
ver una Enclclica del Papa interpretada por un con–
cilio de periodistas.
Ahora bien,be de hablar de un Convenio que ningu–
na e:s:plicacion oficial me ha aclarado, y de una Encícli–
ca que una nube de explicaciones sin autoridad ha os–
curecido.
Se reconocerá que el deber que acabo de cumplir es
dificil,pero tambien que es necesario.
Haré Jo mejor qne pueda y sepa.
PRIMERA PARTE.
EL CONVENIO.
Principiaré emitiendo
mi
opinion sobre el
Convenio
del15
de
Setiembre de
1864 por el cual la Francia se
compromete ante el rey Ylctor Manuel á salir de Roma
dentro el término de dos años.
No se me acusará sobre este punto de haber hablado
demasiado pronto.
Tenia graves motivos para esperar.
N
o,hay papel en el mundo mas desagradable que el