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los 'que les echerl la Ctilpa
·a~sprecial'án
sh mióisblrio,
y
los que les dén la razón désj)reciarán !ajusticia del pais;
quedaran siebpre mal paratlas dos grandes cosas en es·
tos malhadadoscoinbá.tes.
No me admira t¡úe otros obispos hayim protestado
en letras dignas y graves, y· les doy las gracias por
estas protestas, asociándome á ellas con todá franqueza.
Pero estos ejempl9s y estas palabras no nos sacan
del apuro, pues los fieles
y
el público reclaman otra
cosa.
En tanto, siguen
1\~elante
los
cothentaHo~
injuriosos ·
de la prensa, nos
condenan
sin oirnos, noS hieren sin
desatarnos las manos, y aboféteau á nuestro Padre sin
que nos sea permitido acudir á su defensa.
Forcejeo en medio de estas cadenas, ofen'dido como
obispo, com'o hijo, como ciudadano y como hombre de
honor, y pregunto eon ansiedad á las leyes de mi
pil.íssi me dejan un recurso, un medio, uno solo, de dCcil· lo
que tengo en el alma y en los labios.
.Hay en efecto uno solo, y lo. aprovecho, No puedo
hacer una pastoral, pero puedo escribir un folleto. Abo'
ra bien, no teniéndo tiempo párá vacilar ni voluntad
de irritar, me valdré del derecho qué no me niegan,
aunque reservándome el ponerme de acuerdo con mis
colegas sobre el derecho que se n'os ha nega:do. Bajaré
nnevanlente al palenque, al terreno de la publicidad.
¡Qué ingrato es este terrenol Sí; porque me descubro
y me espongo; estoy solo
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soy el mas débil contra ua
ejéi-cito de adverSaTiQS que van á alzarse
lÍ
Ull
tiempo
contra mi, sifi que sepa á quien contestar. ¡Que lo haj;lan
como gusten! Ni mi honra ili
mi
concienciá les en
vi·
dian este género de triuofo.
Puesto que uso de mi derécllo de ciudádano, de este
tan solo, pero de este derecho en toda su latitud, séame
permitido hablar á un tiempo del
Convenio dd
15
de
SetiR:mlrre
y
de lá
Enciclicá del
8
de Diciembre.
Se ha tratado de demostrar que el segundo de estos
documentos es una contestación 111 pi'imero. Es un
error; lo
~é
y lo afil·mo. Pio IX desprecia los peligros
que :orre su persona, perdona á los enemigos que le