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sida é ilustre Academia. Sabían ademas
est ablecer con esquisito tacto entre los
estudiantes de condiciones y fortunas di–
versas, una especie de patronazgo alta–
mente provechoso para las mismas cien–
cias y los mismos alumnos. Los lazos con–
traídos en una edad en que el corazon se
abre
á
todo sentimiento generoso, no se
rompian jamás, y fundaban para despues
entre el príncipe, los próceres
y
los hijos del
Pueblo una amistad íntima é indisoluble.
Estos hombres tan admirables, singulares
y eminentes conservaban aquellas santas
y venerables relaciones de discípulos y
maestros, que tan buenos resultados dan
en la educacion, reclamando para sí con
indisputable justicia una parte de la glo–
ria del discípulo, cuyos talentos habían
cultivado, y cuyo génio habían desperta–
do. El mismo Voltaire en su dedicatoria
de la Meropea llama al P. Porée, su que–
rido maestro; reconocimiento de amor y
de ternura de que la educacion moderna
presenta muy raros ejemplos. Pesad la
masa de bienes que han hecho los
J
esui–
tas; recordad sus escritores célebres, y lo3
que se han formado en sus Colegios; los
reinos enteros conquistados á la civiliza–
cion y al comercio á costa de sus su-