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los paises católicos algunas órdenes reli–
giosas, á quienes por su instituto estaba
encargada la educacion de la juventud
con acquiescencia·y reconocimiento de los
Gobiernos, gran provecho y edificacion de
la sociedad: unos y otros vivían en ·la mas
cabal seguridad de conciencia y responsa–
bilidad en órden á este primer deber y
obligacion la mas absoluta y ejecutiva.
¿Sucede hoy lo mismo? ¿Hay en las mo–
dernas instituciones garantías de morali- .
dad y pureza, de ciencia y aptitud, de ab–
negaCion y patriotismo?
¿Pueden aunar–
se estas condiciones, sin las que el magis–
terio es una obra de mentira é iniquidad,
con los principios adoptados generalmen–
te para la formacion del profesorado? ¿Se–
rán nunca un estímulo bast ante eficaz pa–
ra el recto desempeño del magisterio; los
honores humanos y las recmnpensas pe–
cul,larias? Esto, Señores, es el mayor de
los absurdos y la esperiencia pone en to–
da su desnudez y vaciedad las falsas ó
pérfidas teorías reinantes. El amor pa–
ternal, el desprendimiento absoluto y el
sacrificio heroico, constant e y completo
de sí mismO no tienen el dinero por au–
tor, pero sí á l naturaleza y
á
la caridad:
esta es el amor de los demas; aquel es el