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sustituir á estos medios infalibles de ata–
que ydestruccion.
Los testimonios contestes de amigos
y enemigos serian interminables; y baste
á
mi propósito, y por conclusion, el de–
cir, que la educacion y enseñanza de la
juventud, devuelta en las principales Na–
ciones de Europa, y en algunas de Amé–
rica á los distinguidos y acreditados Co–
legios de los Jesuitas, habrá de serlo taro–
bien entre ·nosotros, si queremos sincera–
mente el bien de nuestra patria; porque
la educacion,
cumo
he demostrado, es el
gran medio de toda la esperanza á que
está librada la salud de los Estados, no
menos que la felicidad y la gloria de los
imperios; porque es la base de las cos–
tumbres y el fundamento de todas las
virtudes sociales, y lo que debe llamar la
atencion de todos los hombres de estado,
si las lecciones y los escarmientos han de
abrirnos los ojos, y arrancarnos de las
manos de tantos aventureros, enemigos
de nuestra Patria. A poco de haberse ter–
minado la terrible revolucion france sa de
1848, el Gobierno se dirigió al Clero par–
que él ó sus subordinados y dependien–
tes se encargáran de la educacion general,
con lo que se reconocía solemnemente