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Los que combaten la. infnlibilühd pontificia en–
tendida de este modo, y se llamn.n católicos, de–
bieran acordarse de que el inefable poder, en vir–
tud del cual consagra el sacerd ot·e el cuerpo y la
sangre de Nuestro Señor Jesucristo, es mucho ma–
yor que el privilegio de la infalibilidad pontifi cia :
porque.,'por el acto de la consagracion, se renueva,
en cuanto es
pos~bl e,
el adorable misterio de la
En.carnacion del Verbo (1); se renueva tambien,
de una manera incruenta, todos los dias en nues–
tros altares, el adorable sacrificio
d.elCalvario.
I ndudable .es que estos dos prodigios eclipsan el
<le la infalibilidad pontificia; y es tambien cierto
que muchos, que niegan ésta, alegando que es una
prerogativa muy excelente, no niegan aquellos,
que suponen una prerogativa mayor. ¡Cuan cierto
.es, r epetiremos con el Profeta-Rey, que
la iniqui–
dad se Iza mentido
á
sí1nisma!
No ignoramos que el verdadero motivo de la
cruda oposicion, que se hace
y
que se hará, á es–
ta verdad de fé, es la indignacion del orgullo he–
rido por su de:finicion dogmática, que establece
perentoriamente la
z'rr·eformabilidad
de las defini–
ciones, que .emanen de
la
Cátedra de Pedro, acer–
ca de la fé ó de las costumbres; irreformabilidad
que se deduce de la autoridadinfalible de esa Cá–
tedra,
y
no del consentimiento de la Iglesia (2):
(1) O veneranda sacerclotum dignitas, in quorum ma nibu.s
velut in utero Virg inis Filius Dei incarnatur!
D .
.Aug1tstimts,
De dignitate sacerdot um.
·
(2) Ideoque eju ·madi Romani Pontífices de:finitiones ex