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munir.a.; asi, se ha dicho muy bien que Dios ha
hecho infalibles los sentidos del hombre, infalible
su conciencia, infalible el testimonio humano, in–
falible la razon, en la esfera de conocimientos que
ha trazado á éstos criterios, y supuestas las con–
diciones indispensables para su recto ejercicio. Y
los que niegan la infalibilidad dogmática del Sumo
Pontífice, reconocen aquellas otras infalibilidades:
por este hecho se pued&l
juzgar de la sinceridad
de sus corazones!
La I gl esia no enseña que la infalibilidad dog–
mática del Sumo Pontífice es la
inspimcion divina,
de que disfrutaron los escritores de los libros sa–
grados (1), ni el don de profecía, en virtud del
cual ciertos hombres, iluminados por Dios, vieron
claramente los sucesoe¡ futuros á traves del oscu–
ro velo ele los t iempos (2). No obstante, hombres,
que se llaman católicos, creen sin dificultad en la
inspiracion divina y en el don profético; admiten co–
mo irrecusable el testimonio de las Santas Escri–
t uras, y t i.enen razon; pero, ciertamente no la.
tienen, ni son católicos, cuando niegan la posibili–
dad ele que Dios haya comunicado al Sumo Pon–
tífice la infalibilidad doctrinal, que es"tm atributo
menos extenso que la inspiracion
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el don profé–
tico . Al ver esta contra.diccion pa.lpable" recorda-
(1)
Spiritu S ancto inspirat1: lowti sunt
sane
ti Dei hornines.
2~
Epíst. de S. Pedro, cap. I, v. 21.-
Ornnis sc1·i:ptw·a
div i-
nüus 1:nspú·ata . . .. . .
2~
Epíst. de S. Pablo
á
Timoteo, cap. III,
v. 16.
(2) Epíst. de S. Pablo
á
los Hebreos, cap. I, v.
l .
.
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