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-5-

3.

E l G obierno de la I g lesia

110

es monárq.,íco.

Pa ra d escubrir el

~

nt ido y valor de

esta

singula ridad,

basta conoce r el caracter de

J·.

C. ó tener á

la vista un a d e

las máximas, que al caso enseñó

á

su• Apóstoles-" los

r e–

yes d e las naciones las tratan con imperio: no h a beis de set·

así vosotros; antes b ien e l mayor pórtese como el men or, y

el q ue tiene la p reced encia como sirv iente." Véamos a h ora,

si los Apóstoles comprend ieron esta ieccio n. Para llenar la

vacante d e Judas, Pedro d ijo

á

los hermanos que

eligiesen.

P ara el ·n omb rami ento de los siete Diáconos, los doce A pós–

toles convocaron á tod os los d iscípulos: la asamblea nombr ó,

y

presentó los sugetos á los Apóstoles, quienes les )mpusie–

TOn las manos. Como el D iácono Felipe había convertido

y

b autizado

á

muchos en S amaria, los Apóstoles envia ron

á

Pedro y

á

J uan, para que impusiesen las manos

á

los bauti–

zados. Co n motivo de una contienda suscitada en Antioquia

acer ca de la observancia de los legales, se acord ó q ue Pa–

b lo y Bernabé, con otros mas, fuesen á Jerusalen

á

consultar

á los Apóstoles y p1·esbíte ros sobre dicha cuestio n. Los

A p óstoles y los presbíteros, despues de un mad uro exámen,

resolvieron que los cristianos no estaban obligados

á

la cir–

c uncision

y

otros preceptos legales del antiguo testamento;

y

elig ieron personas que llevase n á Antioquia una carta,

do nde entre otns cosas asi decian:-"los Apósto les y

los

presbíteros ..... h a parecido al Espíritu Santo

y

á nosotros

no ini poneros otra carga &c." Al hacer memo ria San Pa

l.il

o

de u na de sus idas

á

Jerusalen, para compar ar con

lo

s

demas Apóstoles el Evangelio que p redicaba, d ice que

Santiago, Cefas y Juan que eran reputa dos por columnas

de la Iglesia, convin ieron en que é l y Bernabé predicasen

ú.

los j entiles, as i como ellos predicarían á los circuncid ad os.

En el p ropio lugar escri b!ó así:-"cuan d o vino Cefas

á

A ntioquia, le hi ce r esistencia car>1

á

cara por ser d ig no d e

reprension."

Nos parece que en la sencilla relacion d e los sucesos p re–

ce3entes no habr:ín encontrado nuestros lectores un solo

rasgo q ue p ueda darles idea de

la

mona rq uía, sino por el

contrar io, un gobierno modesto que repelía en vez el e acatar

la id ea y el esp lendor d e un supremo monlnca. Antes bien,

el

Após to l Pedro d ijo así en sn epístola la.-

"S up li co!}