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cion suprema, necesita, mientras está de tránsito,
de
los cuidados de las dos .potestades. La religiosa le di ..
rige por el uso de los medios directos para tocar ese
término,
y
la civil desempeña la fqncion de propor–
cionarle los medios de hacer con menos 1nolestia tem–
poral ese camino. Impertinente pues es la califica–
cion de peregrina hecha por el Sr. Vigil
á
la potes–
tad eclesiástica.
ARTICULO l.-LA SGCfEDAD CIVIL NO ES
LA ,
CIUDAD
TERRESTRE :QE QUE H:ABLA SAN
AGU~TIN.
Lo conttat;io siente el
S.
Vigilen
1~
página
-24.
Pe...
ro para 1nanifestar evidentemente él engaño de este
señor, nos basta exponer el objeto que se propuso S.
Agustin :al es.cribir los libros
de civitate Dei.
Co,n motivo de las acriminaciones· que .los paganos
hacian
á
la Iglesia, distingue el, santo en el mundo
dos ciudades, que jamás han podido estar en aq:nonia
e_~tr~
si;
á saber, la ciudad del cielo
y
la ciudad de
la tiérra.. · Estas dos ·
ciud~des
han' sido formadas por
dos amores diametralmente opuestos;
á
s·aber, la tcr–
re~tre
por el amor de sí mismo que llega hasta el des–
precio
de.Di.os;
y
la celeste por
€1
amor de Dios que
lleg~
hast'á el desprecio de sí mismo.
Los fundadores y primeros
habitant~s
de la ciudad
terrestre fueron Caín
y
todos aquellos ho1nbres cor–
l·ompidos que atrajeron por último las iras de Dios
sobre la
tier~a.
Abel por el contrario
y.
todas las per–
sonas piadosas que vivieron en la inocencia pertene–
cieron
á
la ciudad del Cielo.
En esta; virtud ¿hay razon para decir que
la~
so–
ciedades ciyiles
sqn
esa ciudad terrestre?
$i
el objeto
de S.. Agustin
fué .
únicameJ¡lte probar que siendo la
Iglesia una sociedad santa ha tenido que sufrir siem–
pre
las
persecuciones .
de
los
que vi
ven entregados
á