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despues que arrepentirte. Lm-anta tu corazon
á
Jc~
suciisto,
á
la VJrgcn Santísima
y
á.
los santos,é imita
sus virtudes, especialmente la paciencia.
Pion~a
f'll
el rielo que te espera, si sufres;y en el infierno prepa–
rado, si
pe~as.
¡Oh, si lo haces así, cón1o evitarás
aquellas maldiciones, Pxecraciones, obscenidades y
otras palabras
incligua~~
de una lengua cristiana! No
g('ac;
como aquellas
mugercs que,
cuando todo
les vie–
ne .1 medida ele su gusto, son apacibles, pareciendo
~n.
misma. tnansNlumbre: 1nas si en
algo son contra–
riadas, ó
nu
I(~S
sucede todo como ellas
f]Uieren,
cen–
tellean
sus
ojos, su boca echa rayos que matan:
y
to–
tlos sus actos son m:=ts de una furia qne de t·ma
pcr.so–
rra. Estas se parecen al pedernal, fresco mientras no
se
IP-
toca, pcr·::>
apenas
le hiere
el eslabon, cuando
por todas parles despide centellas de fuego. Tales
tnugeres podnín ser llamuclns cristianas; pero con sus
obras niegan este honroso título, puesto que
c1
isti2.r::~~
quiere dccit' imitadora ó discípulo de C risto, quien
uos cnsciía con palabras y con obras
á
ser n1ansos y
humildes de corazon. Mas bien que cristianas, se las
clcherá llamar avispas
qlle
pican, serpientes
y
raz.asde víboras que muerden, destinadas por eso al fuego
eterno, en virlnd de aquellas palabras de Cristo, sc–
p;uA san Mateo, cuaodorliju:
Serpienles
y
mzade ví–
lmra.c:, ¿cémw escapareisde la
-
condenacion ó de la irt:
de Dios que 08
amena~a(
A
las mugeres que hablan mal, no solo lascas–
liga Dios despues de la muerte con las llamas del in–
tierno, sino tambien
á
,-eces ya.
en este mundo. I-Ié
a1¡uí un caso qne
á
niÍ
1nc
sucedió en cierta pobla–
cion de Cataluiía: oyendo, al pasm· por una calle,
!t
una muger que hablab,a mal, la reprendí, y contúvo-