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'flli\.TADO QUll"ITO
CAPITULO XlV.
PllOSIGUE J,A lUATERIA DEL PASADO.
Si eres viejo y nir'ío, si estás verde y seco, si te ves debilitado,
sin fuerzas, que te tiemblan las piernas y las manos, si no te pue–
des tener sin la ayuda de un bordon ó hác11lo; si te falta la virtuJ,
¿cómo no echas de ver que te murres? La casa que ha menester
puntales, no está lrjos de venirse al suelo. ¿Cómo no te preparas
para el fin, que está tan cerca en la venlad, cuán lejos
ele
tu pen–
samiento? No te fics en la flilacion, que annque tarda, camina
siempre el plazo; y cuanto se detieue la ejecucion, crece la deuda
con los intereses del castigo del cielo. Arrepiéntete de tus pecados,
cuida de sa tisfacer
á
Dios
y
á
los hombres: ten respeto
á
tus canas,
no aparezcas los relieves del deleite en las postreras reliquias de tu
vida
(1 ).
El mozo puede morir presto, mas tú no pnedes vivir mu–
cho; porque en lo humano, la muerte sola es cierta, y todo lo <le–
mas incierto, y así es fuc-rza que te quede poco de vida, por irte
ya en los alcances la muerte. Gasta lo que te queda en servir
á
Dios, ya <¡ue lo <lemas gastaste en servÍI' al mundo, donde todo es
flccion, embuste, engaño y embeleco. Ayúdate á bien morir, pon
en salvo tu alma, que no tendrás tiempo si lo dilatas, viejo y olvi–
dado de Ja muerte. Jugada tienes
d
alma, dudosa la salvacion.
Considera que te dice lsaías lo que al rey Ezecbías: dispon de tu
casa, ordena tu alma, que muy presto morirás. Hazlo luego, no
e.speres á hacerlo en la fuerza Je la enfermeJad, cuando las congo–
jas y vascas, los remedios que se aplican, la hreved::id del tiempo,
Ja pena, el sobresalto, la turbacion, la priesa tuya, y las hígrimas
t.letu familia te lo estorharán; suelda luego la::. quiebras de tu edad
pasada con el fervor Je la presente, que así como un mozo en la
eJacl puede ser viejo en la virtud y madurez, así tú puedes ser mozo
en
el
fervor, con que recompenses la tardanza,
y
recobres lo per-
(1) Aur;. serm. '.H de verb.
Domi11.