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THATAUO SEGUNDO
grado; premletl11ie como quisiére<les, que las esposas me senín
s11a
ves.
Padre mio, <lC"jándoos
á
Vos, salí de mí, y me volví bestia;
volviéndome
á
vos , volveré en
mí,
y quellaré hombre <le razon.
Y
a vengo, Seüor, desengaiiado de cuán poca medra hay sin
Vos, porque donde Vos no cstais, no hay cosa buena.
Corrido vengo, y lleno de vergüenza y confusion; pues acogeis
pecadores , abrid la puerta al mayor de ellos .
lUirat.lme, Seüor, con ojos amorosos,
y
quedaré reme<lia<lo;
poco os va en ello, y
á
mí la salvacion.
No seais corlo en lo poco, pues fnísleis largo en lo mucho.
Pudo mi amor Jaros la muerte; quiera el vuestro darme la
vida.
Dejaos vencer, que
la
gloria vuestra es ser vencido de peca-
«
lores .
En vos , Sefior, confio <le no ser confundi<lo eternamente.
l)uctla mas vu estra gracia, que mi culpa.
¡Ay desdichado
<l <~
mí! ¿qué haré, si Vos me faltais? ¿A
<¡nié11 iré, si Vos me <lC'sechais?
¿A
quién ·ll;:imaré, si Vos
110
me
oís? No hay, Dios mio, otro nombre <lado
á
los hombres debajo
1lcl
ciclo en que seamos salvos.
No sean mas parte mis pecados para condenarme, que vuestra
liollllatl para salvarme.
Si por
dolor~
y penitencia lo Jiaheis,
ü
mí me pesa tan Lo de
haberos ofendido, que qui siera antes mil muertes, que haber hecho
una sola ofensa contra Vos.
Acordaos, Seiior, Je vuestra misericordia, viendo mi gran
m1sena.
Acordaos que no q11 ercis
la
muerte del pecador, sino que se
couvierta, y viva.
Acordaos que vuestro Hijo no vino al mundo
ü
buscar
j11~los,
sino pecadores. Ofrézcoos todo lo que él pa1lcciú por mí, en satis–
faccio11 de mis pecados.
¡Ay de mí sin Dios! ·¡Ay de mí !'in Vos !
No pcrmitai s , rni Dios, que yo rnc apnrle jnmás ·de Vos.